Para abortar no hace falta permiso paterno; para ver un musical sí

(AZprensa) Un ejemplo real y alucinante de lo que los gobiernos de izquierdas han convertido este país lo tenemos aquí mismo en Madrid, en el antiguo cine Rialto hoy convertido en teatro. Se va a representar próximamente un musical para niños (“un espectáculo para toda la familia” según anuncian en la publicidad) sobre un cuento bien conocido por todos: “Blancanieves y los siete enanitos”. Hasta aquí todo normal, pero la sorpresa surge cuando uno va a comprar entradas, por ejemplo a través de la web “taquilla.com” y le sale de sopetón la siguiente advertencia:
“Los menores de 16 años deberán acceder al recinto acompañados de padre, madre o tutor legal”.
 
Es decir, una niña de 15 años no puede acudir sola ni acompañada de otras amigas a este espectáculo “para toda la familia” pero en cambio esa misma niña sí que puede acudir a la farmacia a pedir la píldora del día después, una auténtica bomba hormonal que se despacha en las farmacias como si fuesen caramelos, y lo que es más absurdo aún según la legislación vigente: esa misma niña puede acudir a una clínica abortiva a que le practiquen un aborto exigiendo que no digan nada de eso a sus padres.
 
Ya lo sabéis, este es el país en que vivimos: los menores no pueden acudir sin acompañamiento de sus padres o tutores legales a ver el musical “Blancanieves” pero sí pueden ir a abortar sin decir nada a sus padres. Claro que en este espectáculo nos queda una sorpresa final...
 
SORPRESA FINAL
Como todos conocemos bien el cuento de “Blancanieves” no se nos ocurre buscar el argumento, pero si lo haces te llevarás la gran sorpresa final: Resulta que esta Blancanieves es una chica muy gorda (nada que ver con la imagen que ofrecen en el cartel anunciador), que los enanitos son discapacitados y marginados, y que la trama consiste en que esta Blancanieves haga el “efecto llamada” para que lleguen al reino todos los discapacitados, ilegales, marginados, etc.
 
Es, en definitiva un panfleto de adoctrinamiento de la progresía más cutre (nada que ver con la magnífica película “Campeones” en donde los discapacitados eran protagonistas y llegaron al corazón de todo el país). Y para colmo, en contradicción con su publicidad de “un espectáculo para toda la familia”, no es nada apropiado para niños porque pocos serán los que aguanten las dos horas (¡2 horas en una obra para niños!) que dura el espectáculo. Está claro que adoctrinar y lavar el cerebro para imponer el nuevo pensamiento único requiere mucho tiempo e insistencia.
 

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