(AZprensa) Si buscamos
en el diccionario lo que significa “ramera” veremos que se refiere a una
“prostituta”, es decir, a una “persona que mantiene relaciones sexuales a
cambio de dinero”. Vale, pero esto ¿qué tiene que ver con los vendedores?
¿Acaso hay vendedores “rameros” es decir, que mantengan relaciones sexuales a
cambio de conseguir ventas? Yo no sé si algún vendedor o vendedora habrá
llegado tan lejos como para recurrir a la venta de su cuerpo para conseguir
ventas, pero de lo que sí doy fe es que una vez estuve en una compañía en donde
el Director Comercial llamó “rameros” a los vendedores, y no una vez, sino
varias, y estos no se sintieron ofendidos. Esta es la historia…
A los pocos
días de entrar a trabajar en Zeltia Agraria, se celebró una reunión con toda la
red comercial. Estas reuniones eran frecuentes y a ellas acudían todos los
vendedores cuya misión era visitar a los distribuidores de productos
agroquímicos y agricultores importantes, para venderles nuestros insecticidas,
herbicidas, fungicidas y demás productos para combatir las plagas y malas
hierbas que atacan a los cultivos.
Fue allí
cuando escuché cómo ese Director Comercial empezó a decir cosas como “tenéis
que ser unos buenos rameros para que consigamos el objetivo de ventas que nos
hemos propuesto”, “sin rameros no hay éxito posible”… Yo me quedé alucinado con
tales insultos a los vendedores, aunque estos en vez de enfadarse se limitaban
a echar sonrisitas y cuchichear entre ellos.
Al cabo de
un rato de su arenga, pude por fin entender de qué iba la cosa: el Director
Comercial estaba haciendo un símil entre los vendedores y los remeros de las
traineras, para indicar que se necesita el esfuerzo de todos y que todos
rememos juntos para lograr el éxito. Lo de utilizar repetidamente la palabra
“rameros” en vez de “remeros” tenía su explicación: Bruno Maire, que así se
llamaba el Director Comercial, era francés y aunque hablaba muy bien el
español, aún se confundía con algunas palabras.
Cuando salí
de mi error –como yo era nuevo no lo había captado al principio- respiré
aliviado al comprobar que mi nueva empresa era una empresa normal y no una casa
de putas.
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