(AZprensa)
El Tenis se originó allá por el siglo XVIII y en los Juegos Olímpicos de Atenas
de 1896 se estrenó como deporte olímpico. En sus orígenes era un deporte que
sólo practicaban las clases altas, y así sucedió también en España, en donde
una persona de clase media (y no digamos ya de clase baja) tenía difícil poder
practicarlo. Tuvo que ser un niño que se ganaba un pequeño jornal trabajando
como recogepelotas en un elitista club de tenis, Manuel Santana, quien
protagonizase el milagro de la popularización del Tenis en España. Gracias a
sus victorias todos conocimos la existencia de este deporte, nos aficionamos a
él, y poco a poco fue siendo accesible para cualquier persona.
Pero
el Tenis es un deporte realmente extraño, sobre todo en su puntuación. Resulta
que si ganas el primer tanto no te apuntas un punto sino 15 (esto no pasa en
ningún otro deporte). Si ganas el siguiente tanto, te vuelves a apuntar 15
puntos, es decir: cuando en otro deporte irías ganando 2 a 0 en Tenis vas
ganando 30 a 0 (mayor rentabilidad es imposible). Pero los creadores del Tenis
debieron pensar que las reglas están para romperlas, así que si ganas tu tercer
tanto, ya no te apuntas otros 15 puntos sino solo 10. ¿Por qué? Pues porque les
dio la gana a quienes lo inventaron. Después, si te haces otro, ya has ganado
el juego, y si los dos contrincantes llegan a 40 puntos (es decir, tres tantos
ganados cada uno) entonces deberán ganar dos tantos seguidos para hacerse con
ese juego, y aquí no hay límites, así que pueden estar jugando horas y horas.
Mientras otros deportes tienen límite de tiempo, en el Tenis, en teoría, un
partido podría durar toda la vida, hasta la muerte por vejez de uno de los
contendientes (esto no se ha dado nunca, pero sí partidos que han durado más de
seis horas... algo que no hay culo de espectador que lo aguante). El Tenis,
además, es muy benevolente. Cuando un jugador saca, si falla ese golpe tiene
otra oportunidad. ¿Te imaginas a un futbolista que tira un penalti, lo falla, y
el árbitro le dice que tire otra vez? Pues eso pasa en Tenis. Y aún hay más,
resulta que si sacas, pero la pelota roza ligeramente la red, entonces el
árbitro manda repetir el saque para que nada distraiga al contrincante.
Volviendo al fútbol, ¿te imaginas a un futbolista que saca una falta, el balón
roza la barrera, y entonces el árbitro dice que se repita el lanzamiento para
que no tenga ninguna distracción el portero? Pues así de original es este
deporte.
Como
en sus orígenes era un deporte de élites, a las clases altas les pareció muy
chic eso de utilizar palabras inglesas. Al que ganaba seis juegos le decían que
había ganado un “set”, cuando se jugaba la última bola decisiva en el partido
se hablaba de “match ball”, si la pelota entraba en el campo era “in” y si
botaba fuera era “out”. Cada golpe tenía nombre propio, una palabra inglesa que
se ha seguido utilizando en todos los países aunque su idioma oficial sea
diferente. Por muy España que sea nuestro país, se sigue hablando de “smash”,
de “drive”, etc. o de cursiladas como “drive liftado” que digo yo si será un
golpe de derecha al que se le ha hecho un lifting para que adelgace. También se
habla de cosas raras, como “ace” (sin hache) y se refiere a que tu bola de
saque no consiga devolverla el contrario, supongo que por eso le llaman así,
porque al rival no le “ace” gracia ese saque, pero hubiera quedado mejor con la
hache. Resulta que, aunque otros golpes sí se hayan traducido, como “volea”,
“revés”, etc., luego buscas a alguien que te explique por ejemplo qué es una
“volea de drive” y te contesta que es “un punch corto y seco, sin backswing ni
follow trhough”. Ante esa respuesta no queda más remedio que buscar un
diccionario de inglés tenístico para tratar de averiguar que el “backswing” es
llevar la raqueta atrás o que el “follow trough” se refiere a la terminación.
¡Y
qué decir de la vestimenta! Hasta hace bien poco todos iban vestidos
inmaculadamente de blanco: calcetines, zapatillas, polo (que eso es más
elegante que una camiseta), y pantalón corto para ellos y faldita plisada para
ellas (¡toma machismo!). Menos mal que ahora la cosa es diferente (aunque el
machismo sigue presente) y el color ha hecho acto de presencia. Sin embargo
hemos pasado de un extremo a otro: de lo cursi y finolis de antes, a lo
chabacano de ahora: a las chicas se les ven las bragas, cuando un jugador gana
un partido se reboza en la tierra como una croqueta, cuando golpean con fuerza
la pelota muchos tenistas (machos o hembras, da igual) gimen como si tuviesen
un orgasmo, algunos llevan camisetas sin mangas y otros pantalones pirata y
demás prendas de mal gusto en el vestir, y ya se ve normal que un jugador se
enfade y se encare con el árbitro... “¡Silencio, por favor!”, menos mal que los
jueces repiten muy a menudo esta frase para calmar los ánimos de público y
contendientes.
Por
otra parte, y en lo que pocos han reparado, es que en el Tenis no sólo hacen
deporte los jugadores, sino también los espectadores, principalmente los que
están sentados en las gradas de lateral, los cuales van moviendo constantemente
la cabeza de derecha a izquierda y viceversa, siguiendo la trayectoria de la
pelota. Después de tres horas o más de partido, el cuello de esos espectadores
se habrá fortalecido tanto que bien podrían conducir un coche de Fórmula 1 (¿no
os habéis fijado en el “peazo cuello” que tienen todos los pilotos de Fórmula
1? Gracias a esa fortaleza no se les troncha el cuello con las brutales fuerzas
G que tienen que soportar constantemente con tantas curvas, frenazos y
acelerones). En fin, así de absurdo es el Tenis.
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