(AZprensa) Cuando Matilde Casals me dijo aquella frase de
‘El Sr. Rubín ha dicho que es una pena que no sepas inglés, porque sería muy
bueno para tu carrera dentro del grupo’, yo me quedé con la copla y decidí que
tenía que aprenderlo. Me apunté a un curso de inmersión total en inglés que se
desarrollaba durante una semana en régimen de internado (dos alumnos por
profesor, ocho horas diarias de clase y el resto del tiempo hablando siempre en
inglés) en un pequeño pueblo de Segovia. Le comenté a Enrique Portús (que
entonces era el presidente de ICI-Zeltia) que quería hacer ese curso aunque yo
estaba dispuesto a pagármelo (300.000 pesetas) y él aceptó que lo hiciese
considerando aquella semana como tiempo laboral normal, es decir, sin
descontármelo de vacaciones. Aquello se tradujo en que por fin pude “soltarme”
en inglés e incluso viajar a una reunión internacional en Manchester para hacer
una chapucera presentación en inglés pero que causó muy buena impresión. Tanto
fue así, que pocos meses después, Portús decidió que otro compañero, el Jefe de
Producto Carlos Palomar y yo, fuésemos a hacer otra semana de inmersión a ese
mismo lugar, aunque esta vez pagado todo por la empresa. Esa segunda semana de
inmersión no me dejó tan buen recuerdo (en cuanto a progresos) como la primera,
y así se lo conté a sus responsables, los cuales me ofrecieron otra semana
“gratis total” (tanto para la empresa como para mí) al cabo de unos meses. Fue
así como esas tres semanas repartidas en poco más de un año, me permitieron dar
el salto cualitativo necesario para poder defenderme en inglés.
“Diccionario Daimieleño – Español”:
“Diccionario Daimieleño – Español”:
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