(AZprensa)
El Covid-19 demuestra una vez más cómo es un virus al servicio de los Gobiernos
del mundo para que estos puedan manejar a su antojo el miedo de la población,
esa magnífica herramienta que han usado los poderosos, a lo largo de toda la
historia de la humanidad, para dominar a la población y enriquecerse a su costa
sin que nadie se subleve.
Hace
apenas unos días, los Gobiernos de algunas Comunidades Autónomas alertaban –a través
de sus aborregados súbditos que son los medios de comunicación- del aumento de
contagios e invitaban al uso de mascarillas en todo momento y lugar (las fábricas
en donde ellos tienen intereses tienen que dar salida a todos sus stocks). Sin
embargo –y sorprendentemente- el virus no ha hecho acto de presencia ni en las
fiestas de San Fermín ni en las fiestas del orgullo LGTBI.
En
ambas fiestas que se prolongan durante siete días –en el primer caso- y durante
semanas e incluso meses -en el segundo- la aglomeración de personas desborda
todas las previsiones y ya no es que no exista distancia de seguridad sino que literalmente
están pegados unos a otros, sudorosos, abrazándose y besándose, bebiendo sin
parar y transmitiéndose el aliento y los fluidos corporales de forma
ininterrumpida durante días y días.
¡Sorpresa!
El virus del Covid-19 no aparece por ahí. ¿Es magia? ¿Verdad que no? Sencillamente
a los Gobiernos –por la razón que sea- no les interesa ahora cancelar ninguna
de esas dos fiestas. Punto final.
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1 comentario:
Ejemplo de incongruencia: Un pamplonica coge el autobús para ir al centro de la ciudad y tiene que ponerse la mascarilla. Al llegar al centro se la quita y se apretuja con todos los demás pamplonicas que están de fiesta. Según este razonamiento del Gobierno, en el autobús hay riesgo mortal de ataque de virus, pero en medio de la muchedumbre que celebra las fiestas, no.
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