jueves, 25 de abril de 2024

Las cotorras han ganado la guerra

(AZprensa) La guerra declarada por el Ayuntamiento de Madrid a las cotorras argentinas que habían invadido la ciudad y sus alrededores ha terminado… con la rendición del Ayuntamiento. Las cotorras han ganado la guerra. Cierto es que su ejército ha sufrido bajas aunque no sabemos a ciencia cierta cuántas. Dice el Ayuntamiento que su población se ha reducido de 13.000 a 10.000 ejemplares, pero no saben explicar cuántas han muerto a causa de los disparos realizados por los mercenarios contratados por el Ayuntamiento ni por cualquier otra causa; sólo presumen de haber tirado unos cuantos nidos que había cerca de las viviendas, lo cual sólo tiene el efecto real de que hacer que las cotorras se vayan a otro árbol a construirlo de nuevo; tampoco dicen a cuántos machos han esterilizado ni cuántos huevos han esterilizado; pretenden –por tanto- que nos creamos que han ganado ellos y que las 10.000 cotorras (según dicen ellos) que quedan, ya no representan ningún problema. Pero… prepárate a reírte…
 
El Ayuntamiento ha reconocido que ya no pagará mercenarios para acabar con ellas, en su lugar tomará estas medidas:
 
1.- “Programas de educación ambiental: promover la conciencia sobre el impacto de las especies invasoras en el ecosistema urbano y fomentar prácticas responsables por parte de la comunidad”.
En otras palabras: Gastar dinero para impartir cursos de urbanidad y buenas costumbres, aunque no sabemos si estos cursos irán dirigidos a las cotorras o a los ciudadanos para que se acostumbren a convivir con ellas.
 
2.- “Control de natalidad: implementar técnicas de esterilización de huevos o captura de ejemplares reproductores para reducir la tasa de reproducción de las cotorras”.
En otras palabras: Gastarse dinero en trepar a los árboles para esterilizar huevos y capturar los machos más sementales (no dicen cómo distinguirlos a esos de los otros machos más normalitos) para esterilizarlos. No dicen tampoco cuánto cuesta cada una de esas intervenciones quirúrgicas de esterilización de los supermachos ni si eso aumentará las listas de espera… en los centros veterinarios.
 
3.- “Fomento de hábitats alternativos: crear espacios adecuados para las cotorras en áreas designadas, como parques urbanos, para disminuir su presencia en zonas residenciales”.
En otras palabras: Gastar dinero en crear nuevos parques y/o reservar áreas de la ciudad con mucho arbolado para que las cotorras se vayan a vivir allí, aunque no explican cómo se lo van a decir a las cotorras ni cómo las van a convencer para que se muden de barrio (¿les harán alguna oferta de rebaja del IBI, les diseñarán un Plan Vivienda cotorril? Y tampoco dicen qué van a hacer si las cotorras pasan del Ayuntamiento y siguen campando a sus anchas por donde les apetezca.
 
4.- “Monitoreo continuo: realizar seguimientos periódicos de la población de cotorras y evaluar la efectividad de las medidas de control implementadas”.
En otras palabras: Gastar dinero en empleados para que hagan recuento constante de su población y comprueben si las medidas del Ayuntamiento sirven para algo o si las cotorras siguen volando a su libre albedrío.
 
5.- “Colaboración con expertos: trabajar en conjunto con biólogos, ornitólogos y otras instituciones especializadas para desarrollar estrategias más efectivas y éticas de gestión de las cotorras”.
En otras palabras: Gastar más dinero en reuniones y “expertos” contratados para seguir inventando paridas que no sirven para nada, pero dan la impresión de que están haciendo mucho.
 
En resumen: Aunque el Ayuntamiento se niegue a reconocerlo, las cotorras han ganado la guerra. Desde aquí invitamos a rezar una oración por aquellas que han muerto abatidas por los mercenarios francotiradores contratados, y trasladamos nuestra solidaridad con aquellas otras que han perdido su hogar porque les han tirado el nido. En el primer caso, las bajas de guerra serán rápidamente sustituidas por nuevos polluelos que nacerán en esta espléndida primavera; y en el segundo caso, los nidos derribados ya los han levantado las cotorras en otros lugares. Por eso, cuando oigas cantar a las cotorras y veas su precioso plumaje verde revoloteando por los jardines, piensa en cuán inútiles son los humanos (sobre todo los que se dedican a la política) y cómo un simple pájaro es más listo (y más guapo) que todos nosotros.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.

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