viernes, 19 de abril de 2024

Médicos vs Periodistas

(AZprensa) Cuando un médico atiende a un periodista debe comprender que no se encuentra ante un colega de profesión sino ante un especialista de otra profesión diferente como es el Periodismo. Por ello, los médicos deben afrontar esta experiencia con un mínimo de conocimientos sobre la forma en que deben responder a todas las preguntas que les van a formular los periodistas. Lo más básico y principal es que el médico entienda y aplique correctamente estos tres principios…
 
Cuando un periodista acude a un médico en busca de información, esta información puede ser de dos tipos, científica (sobre temas médicos, de investigación, de enfermedades, de tratamientos...) o profesional (sobre temas relativos al ejercicio de la profesión, su normativa, sus posicionamientos...). En cualquiera  de los dos casos, el médico debe entender que va a hablar con un periodista que (salvo algunas excepciones) carece de la suficiente formación en temas médicos e incluso en los relativos a dicha profesión.
 
Esto significa que el médico debe auto imponerse las exigencias de: concisión, claridad y sencillez.
 
Concisión porque la información que aparece en los medios siempre está resumida. En televisión, el tiempo es oro, y basta ver cualquier informativo para darse cuenta que cualquier noticia apenas si dispone de más de un minuto para ser contada. Pero no le va muy a la zaga la radio, en donde la cantidad de información es tanta que apenas si hay tiempo para desarrollar a fondo cualquier tema, sobre todo teniendo en cuenta que carece de la imagen que tanto ayuda a la hora de comprender las cosas. En medios escritos estamos en las mismas, el papel es caro y los medios regatean a sus propios periodistas el espacio que les dan para colocar ahí sus informaciones. Y finalmente tenemos Internet, en donde el espacio no es un problema, ya que puede incluirse ahí toda la información que se quiera... y sin embargo no se hace. ¿Por qué? Pues sencillamente porque a nadie le gusta “leer” en la pantalla de un ordenador, sino “consultar”, es decir, pasear la vista por informaciones breves, claras, sencillas, fáciles de entender y retener. Por lo tanto, unos medios porque no disponen de tiempo o espacio, y otro porque el propio lector no quiere dedicarle horas, el caso es que las informaciones han de ser siempre muy resumidas. Y si el periodista –que es quien las escribe- las va a dar resumidas ¿por qué el médico se empeña una y otra vez en darlas como si de un tratado de medicina o una sesuda conferencia se tratara? Vamos a ver: si la respuesta de un médico a la pregunta de un periodista es muy concisa, lo normal es que el periodista la traslade tal cual se la ha dado el propio médico. Por el contrario, si la respuesta es larga, farragosa, complicada, etc., lo que el periodista trasladará a su medio será un resumen o interpretación de la misma; un resumen o interpretación hecho por él mismo. Entonces ¿qué debería preferir el médico? ¿Sus propias palabras o las palabras del periodista que, encima, las habrá puesto en boca del médico? Está claro, si voy a decir algo, prefiero decirlo yo, que sean mis propias palabras y no las que quiera dar otra persona y encima atribuyéndolas a mí.
 
Pues esto, que parece elemental, sencillo a más no poder, es difícil,  dificilísimo de entender para los médicos. Son muy pocos los médicos capaces de sintetizar sus propios mensajes, quizás imbuidos por esa falsa sensación de que resumir indica falta de concomimiento y eso no pueden consentirlo sobre todo cuando saben que otros colegas van a leer o ver su intervención ante los medios.
 
Cualquier médico que vaya a hablar con un periodista debe conocer bien cuál es el perfil de los lectores de ese medio (no es lo mismo hablar para una revista profesional que para un medio general) y cuál va a ser la extensión de esa noticia (no es lo mismo un magazine o una página, que un minuto en un informativo o una simple columna en un periódico). Una vez conocido esto, una vez conocida si la extensión va a ser breve o brevísima, es cuando el médico puede condensar en unas pocas líneas o segundos el mensaje básico de lo que quiera transmitir. De la capacidad de concisión que el médico sea capaz de aplicar a sus palabras, dependerá el éxito de su intervención. El mérito o demérito no estará en el periodista sino en el propio médico. Si el material que se da al periodista es de buena calidad informativa, éste lo publicará tal cual, pero si ese material es un “rollo”... vete tú a saber qué es lo que finalmente se publicará.
 
Pero no basta con resumir, con ser muy conciso; también hay que hablar con claridad. Frases cortas, bien construidas, mensajes claros, no enrevesados. Si es en directo, el médico tendría que habérselo preparado muy bien antes; por el contrario, si es en una entrevista escrita o grabada, el médico se podrá permitir el lujo de rectificar, decir, añadir, de decir –por ejemplo- “bueno, pon mejor que...” y dejar así bien claro al periodista qué es lo que quería decir exactamente. Cuando un médico explique algo a un periodista debe tener en cuenta que no está hablando con un periodista, sino con sus lectores y, por consiguiente, la forma que utilice para expresarse debe estar adaptada para que la comprendan perfectamente esos lectores.
 
Finalmente está la exigencia de la sencillez. Las cosas –si queremos que nos entiendan- hay que explicarlas de una forma muy sencilla. Ya sé que hacerlo así quita glamour, que hasta cierto punto, repatea tener que hablar en un lenguaje tan burdo y elemental después de haber estudiado una carrera tan larga y exigente... pero aquí no estamos ante un tribunal que juzga nuestros méritos en unas oposiciones, sino ante personas normales y corrientes que no saben nada de medicina. Todo lo cual nos hace ver la importancia de adaptar el lenguaje y modo de expresión a la audiencia a la que nos dirijamos y por ello, en el caso de las entrevistas que los médicos suelen tener con los periodistas, hay que pensar en los lectores de esos periodistas y explicar las cosas de tal forma que estos últimos las entiendan; sólo así lograremos verlas tal como las dijimos; de lo contrario nos encontraremos después en los medios una desagradable sorpresa y posiblemente seamos el hazmerreír de nuestros colegas.
 
Resumiendo lo dicho hasta aquí: cuando un médico habla con un periodista debe responder con concisión, claridad y sencillez, pensando no la persona que tiene delante (el periodista) sino en las personas que van a ver, oír o leer esa información (tele espectadores, oyentes o lectores; es decir, la gente normal de la calle).
 
Pero cuando un médico interviene en un medio de comunicación, no sólo va a ser visto, oído y leído por la gente de la calle... sino también por sus colegas, por los responsables políticos, por los cargos de las instituciones médicas... todos estos son también gente a la que llegan los medios de comunicación y comparten con la “gente de la calle” el mismo calificativo de “audiencia del medio”. Y claro, no es lo mismo hablar en el recinto privado de una consulta médica, ante un único paciente, que ante una gran audiencia compuesta por todo tipo de personas. El riesgo existe, y ese riesgo tiene un nombre: posicionamiento.
 
Cuando un médico acepta responder a un periodista, acepta implícitamente el riesgo de posicionarse ante la opinión pública y ante la comunidad científica, profesional y política. Por eso, no deja de sorprender la ligereza con que muchos médicos se toman las intervenciones ante los medios de comunicación o la simple entrevista con un periodista. No son conscientes de la repercusión que pueden llegar a tener sus palabras. Por supuesto que muchas veces pasarán desapercibidas y apenas si tendrán repercusión, pero otras veces, sin embargo, pueden llegar a tener un impacto mediático increíble y por eso, por si acaso, conviene estar siempre preparados y –antes de cualquier intervención ante los medios- llevar preparado qué es lo que queremos decir y cómo lo vamos a decir. Es más, también debe llevarse preparado qué es lo que no queremos decir, en qué temas no vamos a “entrar al trapo”, cómo vamos a escapar si nos hacen tal pregunta incómoda, etc. Todo esto hay que llevarlo preparado. Si así lo hacemos, el mensaje que se transmita será el que nosotros hubiésemos querido y el posicionamiento que refleje la información emitida por los medios será aquél que ciertamente nos corresponda y con el que nos sintamos identificados.
 
De la “relación a dos” que antes existía, es decir “médico-paciente”, hemos pasado en la actualidad a una “relación a tres”, es decir: “médico, periodista, paciente”, y por ello el periodista no debería ser un desconocido para el médico; antes al contrario, el médico debe preocuparse por conocer mejor cómo son los periodistas y los medios de comunicación, y prepararse correctamente antes de cualquier intervención ante los mismos.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
Fuente: “La Comunicación en Medicina”, Vicente Fisac. Amazon.

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