(AZprensa) Los periodistas que trabajan para una empresa
y los periodistas que deben o no divulgar esas informaciones que les llegan de
las empresas, se enfrentan a diario a un dilema ético, más acentuado aún en el
caso de las informaciones que provienen de laboratorios farmacéuticos. Veamos
el caso…
Ética sin discriminaciones.- Hablando de la
ética, del derecho a la información, de la transparencia informativa, no puedo
menos que afrontar ahora un tema que no deja de sorprenderme y que supone una
clara discriminación hacia los ciudadanos, a quienes se está hurtando el
derecho a una información.
Me refiero a ese falso “pudor” cuando no “persecución
censora” que lleva a muchos redactores de medios de comunicación a ocultar a
los ciudadanos el nombre de los laboratorios farmacéuticos que protagonizan las
noticias, así como de los medicamentos de los que se habla “pero sin citar”.
Eso es lisa y llanamente coartar el derecho a la información y llevar al engaño
al lector. Valgan un par de ejemplos.
En una ocasión un diario de gran tirada dedicó una página
completa a hablar de un libro que se había editado sobre la comunicación entre
médico y paciente. Una información realmente interesante que, tras su lectura,
generaba en muchos profesionales sanitarios y estudiosos del tema el deseo de
comprar el libro o al menos obtener más información sobre el mismo. Sin
embargo, en esa noticia (que ocupaba toda una página) no se citaba ni el nombre
de la editorial ni se aportaba ningún dato que permitiese la localización de
dicho libro. Posiblemente más de un lector acudió a alguna librería pidiendo
que le buscasen ese libro... Una pérdida de tiempo total, puesto que el citado
libro había sido editado por un laboratorio farmacéutico (no se daba su nombre
en la noticia), no estaba a la venta (nada de esto se indicaba en la noticia) y
era el propio laboratorio quien lo entregaba gratuitamente a todas aquellas
personas que estuviesen interesadas en el mismo (por supuesto, tampoco esto se
decía). Como puede verse, el principal perjudicado por esa censura no era otro
que el propio lector de ese diario.
Otro ejemplo. Cuando se trata de informaciones que
requieren citar el nombre de un medicamento, lo normal es no dar dicha
información (salvo que la noticia sea negativa, en cuyo caso sí que de dan
todos los detalles), y si se decide dar esa noticia lo normal es citar solo el
nombre del principio activo y no la marca comercial. ¿Por qué no suele citarse
una marca en el contexto de una noticia de carácter positivo pero sí se cita
cuando el contexto de la noticia es negativo?
Si esta situación se diese en todo el ámbito de la
información periodística, todavía podría encontrarse alguna explicación. Sin
embargo sólo se da en relación con las noticias de la industria farmacéutica,
porque cuando se dan noticias de otros sectores (automoción, alimentación,
distribución, textil, perfumería, seguros, etc.) los periodistas no tienen
inconveniente en citar el nombre de los patrocinadores y de las marcas. ¿Por
qué esa discriminación? ¿No será que la industria farmacéutica está pagando esa
larga trayectoria de incomunicación con la sociedad?
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
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