(AZprensa) Suele decirse que la publicidad encarece los
productos y que si no se hiciese publicidad de ellos podrían venderse más
baratos. ¿Qué hay de cierto en eso? En este artículo se aborda lo que hay de
cierto y de falso en tal planteamiento…
Revisando algunos de los artículos que publiqué al
comienzo de mi vida profesional he encontrado este del que guardo un grato
recuerdo y ¿por qué no? sigue estando de actualidad aunque los datos hayan
quedado desfasados, no así el contenido…
¿Encarece la publicidad los productos agroquímicos?
¿Qué hay, sin embargo, de real en todo esto? Resulta
evidente que sin publicidad no se tendría conocimiento de los productos y, en
consecuencia, no existiría la venta. Por lo tanto, no vamos a hablar aquí de la
necesidad o no de publicidad, sino del volumen de la misma y su incidencia o no
sobre el precio final del producto.
Puede haber sectores (la moda, la cosmética, etc.) donde
el producto en sí influye muy poco sobre el precio final. Los estándares de calidad
vienen dados por apreciaciones
subjetivas de los clientes, por tendencias, etc. Para posicionar un producto en
estos sectores resulta imprescindible una fuerte inversión publicitaria, que va
desde el diseño de su envase (su coste ya es superior al producto que contiene,
en el caso de perfumería, por ejemplo) hasta el merchandising y las campañas de
seguimiento de ventas, de relaciones públicas, etc.
En el sector agroquímico, la calidad (eficacia) es
perfectamente demostrable y medible y bastaría –en teoría- una simple campaña
de comunicación que diese a conocer un producto, para captar con él la cuota de
mercado correspondiente.
Sin embargo, esas diferencias entre productos, son
generalmente mínimas, y las consideraciones subjetivas del agricultor juegan
también un importante papel: hay quien prefiere herbicidas de pre-emergencia y
otros de post-emergencia, hay quien prefiere productos tradicionales y otros se
inclinan por las últimas novedades, hay quien prefiere las formulaciones
liquidas y otros los granulados…
En definitiva, cada producto tiene un público objetivo
determinado y dentro de ese público hay varios productos similares que deben
competir entre sí. Se necesita, pues, llegar a ese público con los argumentos
necesarios no sólo para informar de su existencia sino para hacerle ver la
idoneidad de dichos productos para satisfacer “su” necesidad.
En un mercado de libre competencia, el consumidor tiene
derecho a elegir según sus gustos personales y necesidades particulares.
Aquél producto que disponga de más y mejores medios, de
argumentos más convincentes, de una mejor imagen –en definitiva- será el que
más fácilmente consiga una buena participación en cada uno de esos mercados
específicos.
La publicidad de productos agroquímicos no juega por
tanto un único papel de informadora, sino que ofrece al agricultor la
posibilidad de descubrir nuevas opciones de tratamiento y de selegir aquella
que mejor se ajuste a sus necesidades específicas.
Según un reciente estudio de JWT podemos conocer el
porcentaje de distribución de la inversión publicitaria por medios
(Ene/Jun/88):
Otros medios importantes, aunque más difíciles de
controlar, son las promociones, publicidad directa y material impreso. Si
tomásemos como referencia la inversión conjunta de revistas y radio, podríamos
ver cómo las promociones tienen un volumen ligeramente superior, la publicidad
directa algo inferior y el material impreso un poco menos de la mitad.
Es importante destacar el papel de las revistas que, meritoriamente,
han sabido mantener ese 16 por ciento de participación a pesar del considerable
empuje de otros medios. La aparición de revistas específicas para cada sector
–como las agrícolas- ha sido decisiva a la hora de captar audiencia. No debemos
olvidar que la audiencia y el coste por impacto de cada soporte son los
factores clave a la hora de realizar cualquier inversión publicitaria.
Pero parece que aún nos queda contestar a esa pregunta
que da pie al presente artículo, y para ello nada mejor que un reciente estudio
realizado en la Universidad de Santiago.
En él se pone de manifiesto que, a pesar de las mareantes
cifras que se barajan en el mundo de la publicidad, esta no encarece el
producto.
Las tres cuartas partes de las empresas no invierten ni
el 5 por ciento de su facturación en medios publicitarios. Entre las 100
mayores, por ejemplo, sólo una supera ese 5 por ciento.
De ahí que estos porcentajes de inversión no puedan
repercutir significativamente en el precio final del producto sino, antes bien,
ayudar al aumento de producción y –en consecuencia- a la disminución del coste
unitario de cada producto.
Vicente Fisac
Jefe de Publicidad de ICI-Zeltia
Revista Tria. Febrero 1989
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://amzn.to/3sOO1Yq
Fuentes relacionadas.- “De la Publicidad al Periodismo”: https://amzn.eu/d/fXJO9j3
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% |
Diarios |
31,4 |
Revistas |
16,2 |
Radio |
8,3 |
Cine |
0,3 |
TV |
40,2 |
Pub. Exterior |
3,7 |
Jefe de Publicidad de ICI-Zeltia
Revista Tria. Febrero 1989
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