(AZprensa)
Se habla mucho de lo que el tabaco daña la salud y el bolsillo de las personas,
pero no se habla tanto de la ruina que esto supone para las empresas, unas
cifras realmente demoledoras. En España el consumo de tabaco supone unos costes
de 8.780 millones de euros al año, representando un 77% de pérdida de
productividad y un 3% del absentismo laboral. Un fumador está 4 días más de
baja al año que la persona no fumadora; teniendo en cuenta que el coste medio
laboral es de 17,48 € por 8 horas diarias de trabajo, las pérdidas para la empresa por
absentismo superan los 550 € por trabajador al año.
Por
ello no es de extrañar que cada vez más empresas se decidan a incluir en sus
planes de salud laboral cursos para ayudar a dejar de fumar a sus empleados.
Para empezar, y desde el punto
de vista de los empleados, dejar de fumar mejorará muchos aspectos de la salud
de los empleados, percibirán un mayor ahorro de tiempo y de dinero, y aceptarán
de buen grado dichos cursos ya que estos se realizan en horario laboral y la
empresa asume el coste derivado de los mismos.
En cuanto a las empresas, estas verán descender la tasa de absentismo
laboral y aumentar la productividad con su correspondiente beneficio económico.
La salud de sus empleados mejorará de manera significativa y estos percibirán a
la empresa como un aliado. Finalmente, estos programas servirán para
diferenciarse frente a sus competidores y a mostrar una mayor preocupación por
la calidad de vida de sus empleados.
Pero no basta con que las empresas implanten programas específicos de
cesación tabáquica; el ejemplo es muy importante y por lo tanto las empresas
deben ser las primeras en dar ejemplo a través de unos directivos comprometidos
que no fumen o se apunten a dichos cursos.
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