(AZprensa) Gracias a la misión Rosetta y a la información
enviada desde mayo 2014 hasta agosto 2015 en que se produjo el máximo
acercamiento al Sol del cometa 67P se han podido comprobar los violentos
cambios que suceden en la superficie de los cometas cuando se acercan al Sol y
que no son simplemente esa cola producida por la evaporación del hielo tan
visible y característica de los mismos.
La comparación de
las imágenes obtenidas a lo largo de dos años, que cubren escalas de incluso
menos de un metro, ha permitido analizar los cambios que se han producido en la
superficie del cometa en su viaje alrededor del Sol. Entre esos cambios
destacan el derrumbamiento de cordilleras, la prolongación en unos 30 metros de
la fractura de más de medio kilómetro de largo que atraviesa el cuello del
cometa y la formación de otras más pequeñas paralelas a esta. También se ha
detectado el desplazamiento de grandes masas rocosas. Así, una roca de más de
20 metros de lado y con un peso equivalente a 250 kilos se movió unos 140
metros, posiblemente debido a eventos explosivos ocurridos en el entorno.
Sin
embargo, todos los cambios resultan locales y no han afectado a los
grandes accidentes geográficos de 67P, lo que indica que la orografía del
cometa se fraguó en una etapa anterior en la historia del cometa. Se sabe que
la interacción gravitatoria de Júpiter ha modificado al menos dos veces la
órbita de 67P, en 1940 y en 1959, en las que la distancia mínima al Sol pasó de
ser 600 millones de kilómetros (insuficiente para activar el cometa) a 410 y
186 millones de kilómetros, respectivamente.
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