(AZprensa)
Se ha estrenado la película “First man (El primer hombre en la Luna”) con el
beneplácito de la NASA en vísperas de conmemorarse los 50 años de aquella
hazaña y la expectación generada se ha convertido en un auténtico chasco: dos
horas y cuarto de aburrimiento.
La
película narra (intenta narrar) la vida familiar y profesional de Neil
Armstrong en los años previos a convertirse en el primer hombre que pisó la
Luna y en rememorar aquél momento histórico (versión oficial, por supuesto);
alternando escenas de vida familiar y escenas a bordo de los vuelos Géminis
(previos al programa Apolo) y el definitivo del Apolo 11.
En
el aspecto de drama familiar (¿qué posibilidades había de regresar con vida?)
las escenas familiares están deslavazadas y no transmiten emoción. El
espectador se pregunta a cada momento: ¿A cuento de qué viene esa escena
familiar? ¿Por qué alargan tanto esta escena tan aburrida?
La
interpretación es fría y distante. Ninguno de los actores transmite empatía ni
nos hace sentirnos cercanos a ellos ni a sus dramas y problemas personales, y
eso que hay vidas en peligro y varias muertes.
Como
en casi todas las películas americanas hay algunas escenas de patriotismo donde
muestran cómo todas las personas, de cualquier parte del mundo, admiran a
Estados Unidos y dicen que son los mejores, pero que en este caso sólo hacen
sentir vergüenza ajena de lo patéticamente que están realizadas.
Y
para colmo, la cámara no sabe estarse quieta como si quisiese dar un tono de
documental a la película, y lo único que consigue es marear al espectador. Para
colmo, adolece de luminosidad, abundando las escenas con muy poca iluminación,
bien sean en el interior de su casa como en el interior de las naves.
En
definitiva, la calificación que le damos (del cero al diez) es de un dos. Y ese
dos sólo viene motivado por mostrar con cierto detalle lo rudimentarias que
eran aquellas naves (Géminis e incluso Apolo) que enviaron al espacio con seres
humanos dentro y que más bien parecían cubos de basura de hojalata, llenos de
remaches, tornillos al descubierto, mandos que no funcionan, medidas de
seguridad ridículas, etc.
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