(AZprensa)
“Dadas las características del párkinson es muy importante que las personas
afectadas y su entorno, tengan la mayor información posible sobre la enfermedad
y aprendan a identificar los síntomas, para poder comunicarlo en la consulta de
neurología y recibir así la atención necesaria”, explica Alicia Campos,
directora de la Federación Española de Parkinson.
La
enfermedad de Parkinson es una enfermedad degenerativa que se caracteriza por
sus síntomas motores y no motores. Entre ellos, los más conocidos son los
síntomas motores como el temblor, la rigidez y la lentitud. Por su parte, los
menos conocidos son los síntomas no motores, como los trastornos del ánimo
(apatía, depresión) y alteraciones del sueño. ”Se estima que la mayor parte de
las personas afectadas desarrollan complicaciones motoras entre 5 y 10 años
después del diagnóstico, y en un porcentaje de ellas estas fluctuaciones son de
intensidad suficiente como para encuadrarse dentro de la enfermedad de
Parkinson avanzada. Por otra parte, la prevalencia de demencia (alteración que
por sí misma hace que la enfermedad de Parkinson sea catalogada como avanzada)
ronda el 30%”, explica el doctor Pedro Clavero, neurólogo del Complejo
Hospitalario de Navarra.
Como
explica la doctora Rosario Luquin, neuróloga de la Clínica Universitaria de
Navarra, “existe una variedad de síntomas cuya presencia nos deben hacer
sospechar que la enfermedad de Parkinson puede estar entrando en una fase
avanzada de la enfermedad. Estos síntomas incluyen la presencia de un deterioro
cognitivo, caídas con alteración del equilibrio y la presencia de fluctuaciones
motoras y discinesias que no son fácilmente controlables con la terapia
convencional. En resumen, podemos sospechar que una persona afectada está en
una fase avanzada de la enfermedad cuando comienza a perder autonomía”.
Por
otro lado, el doctor Clavero, señala unas pautas para preparar la visita a
neurología, en donde juega un papel también importante la persona cuidadora.
“Lo que se pretende es dar algunas claves para intentar un mejor aprovechamiento
de la consulta. La consulta es un acto en el que la interacción
médico/a-paciente es fundamental, favorecer el clima de confianza y que resulte
resolutiva para los problemas relevantes del/a paciente es esencial. No pocas
veces ocurre que el/la paciente no tiene claro qué esperar de la consulta o qué
información es relevante para su neurólogo/a. En otras ocasiones ocurre que
el/la médico/a explica lo que considera relevante para su paciente sin tener
claro qué es lo que verdaderamente preocupa al/a paciente en ese momento. Por
tanto, la idea es aportar una serie de pautas muy sencillas, como traer anotada
la medicación en curso o los problemas que ha habido con las medicaciones, lo
que facilita mucho el trabajo del/a neurólogo/a y permite dedicar más tiempo a
los problemas más relevantes. Cuanta más información sobre qué síntomas y de
cuando ocurren pueda aportar, el médico podrá/a entender mejor lo que ocurre y
ajustar de forma más adecuada la medicación”.
Dada
la incapacidad que generan sus síntomas, ya en los primeros cinco años de
diagnóstico un 42% de los pacientes requiere de la persona cuidadora; pasados
los 10 años de diagnóstico, el porcentaje asciende al 73%, según datos del
estudio ÉPOCA. “La figura de la persona cuidadora en este tipo de patologías
como en todas las que conllevan cierta limitación funcional es esencial. Por
una parte, porque en muchas ocasiones son las personas cuidadoras las que se
percatan de los síntomas de la enfermedad y de la progresión de la misma y, por
otro lado, porque serán ellas las que van a proporcionar apoyo a las personas
afectadas tanto físico como emocional. Es importante informar a las personas
cuidadoras de las características clínicas de esta etapa de la enfermedad para
que puedan prestar el mejor apoyo posible las personas afectadas de párkinson”,
afirma la doctora Luquin.
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