(AZprensa) Noruega siempre nos sorprende y por eso, de
vez en cuando, traemos a estas páginas noticias e informaciones relativas a
este país. En esta ocasión queremos compartir con los lectores uno de los
campos de fútbol más insólitos que puedan contemplarse en nuestro planeta. Las
imágenes hablan por sí solas, un perfecto campo de fútbol incrustado en un
islote rocoso, rodeado por el mar.
El Henningsvaer Stadium está situado en un pequeño pueblo
de apenas 500 habitantes y 0,3 kilómetros cuadrados de extensión, en las islas
Lofoten. Dada su ubicación y el clima del lugar, su césped es artificial y se
utiliza sólo por deportistas aficionados. Otra curiosidad es que no tiene
asientos y, por supuesto, no pueden organizarse allí partidos oficiales porque,
entre otras cosas, el riesgo de perder balones en el mar está a la orden del
día. Eso no quita para que los jóvenes de la zona lo utilicen y disfruten tanto
de día como de noche, ya que este curioso estadio dispone de iluminación
artificial.
Y ¿cómo es la gente que vive en este pequeño pueblo? Pues
los habitantes de Henningsvaer, aparte de ser amantes del deporte, viven en su
mayoría de la pesca del mejor bacalao del mundo, el skrei, un bacalao salvaje
que viaja desde el mar de Barents hasta estas islas para desovar; ese largo
viaje le permite tener más musculatura y en consecuencia una textura más
consistente y agradable al paladar que la del bacalao tradicional. Para que la
dificultad no decaiga, su pesca se hace precisamente en los meses más fríos del
año, de enero a abril.
Viéndolo desde el aire o en un mapa, parece un lugar
inhóspito e inaccesible, sin embargo la mayoría de los pequeños islotes que
componen las islas Lofoten están unidos unos a otros mediante puentes
–comenzaron a construirse en 1981- y ahora es fácil acceder por carretera a
cualquiera de estos insólitos lugares… y disfrutar, por supuesto, del mejor
bacalao del mundo. Y sin queremos hacer algo de ejercicio, ahí tenemos este
campo de fútbol en el que podremos dar unas patadas al balón… siempre que no lo
lancemos demasiado lejos.
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