(AZprensa) Farmaindustria, la patronal de los
laboratorios farmacéuticos en España, ha organizado un “Seminario de la Industria Farmacéutica y los
Medios de Comunicación”. Allí se ha reunido diversos directicos de esta
organización y entre los temas abordados ha estado el de la transparencia, es
decir, la amenaza que la transparencia puede tener para este sector. En
concreto, se referían a la transparencia de los precios de compra de
medicamentos por parte de compradores públicos y manifestaban su deseo de que
nadie más que cada interesado conociese a qué precio se venden esos
medicamentos a otros clientes, porque si los demás compradores lo supiesen,
esto “tendría un impacto negativo en nuestras cuentas públicas”.
En cierto modo tienen razón, porque si un comprador se
entera que se lo están vendiendo más barato a otro, exigiría el mismo precio, y
a los laboratorios no los quedaría más remedio que vender siempre al precio más
bajo que pudiesen.
Lo malo son las argumentaciones que dan. Comienzan
diciendo que “el sistema de intervención del Estado en los precios de los
medicamentos financiados con cargo a los fondos públicos del Sistema Nacional
Salud (SNS) precisa de la confidencialidad de muchos datos incorporados a los
expedientes de estos procedimientos”, lo cual puede ser cierto; pero la
transparencia exigida no consiste en conocer los datos aportados sino sólo el
precio final.
Pero siguiendo con sus argumentaciones, comienzan a
desvariar cuando dicen que “la confidencialidad de la información concerniente
a las condiciones de financiación de un medicamento favorece el interés público
al permitir que cada país consigue las mejores condiciones económicas en
función de sus circunstancias”, es decir, afirman que la ignorancia del precio
a que compran el medicamento otros clientes te va a permitir a ti, nuevo cliente, comprarlo más
barato. Pues ya me dirás, si no tienes ni idea de a qué precio lo están
vendiendo en otros lados, ¿cómo vas a saber si el precio al que te lo quieren
vender es bueno o malo?
Y finalmente, después de haber abogado porque no haya
transparencia y nadie conozca el precio al que se vende el medicamento a otros
clientes, vienen a reconocer que “los que tienen que conocer los precios los
conocen”. O sea, ¿para qué entonces se abre este debate si, según dicen, los
que tienen que conocer los precios (evidentemente quienes deben conocerlos son
los responsables de compras de cada cliente) ya los conocen?
En fin, que sea o no verdad que los responsables de compras
de hospitales públicos conozcan o no el precio al que los laboratorios venden
sus medicamentos a cada cliente, lo que ha quedado claro es que a la industria
farmacéutica le da pánico la transparencia y prefiere seguir siendo un sector
opaco, oscuro, alejado de la sociedad, y al que no le importa que la opinión
pública lo considere el malo de la película y tenga una imagen pública tan mala
que sólo lo supera la industria armamentística.
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