(AZprensa) Las estimaciones del número de personas que padecen asma en
todo el mundo varían de 235 a 300 millones, la mayoría de ellas tienen pocas
expectativas de lo que se puede lograr mediante el control de su enfermedad y
no se dan cuenta que pueden mejorar. Unas 180.000 muertes al año se atribuyen
en todo el mundo al asma13, aunque existe una variación regional considerable
respecto a las tasas de mortalidad.
Se trata de una enfermedad crónica que se caracteriza por la
inflamación de las vías respiratorias y un broncoconstricción. Esto limita
el flujo de aire que entra y sale de los pulmones y un exceso de
mucosidad. Cuando una persona asmática entra en contacto con un desencadenante
del asma (p.e. infecciones, polen, humo), sus vías respiratorias pueden
inflamarse, hincharse y contraerse y se produce un exceso de mucosidad. Estas
reacciones provocan un estrechamiento e irritación de las vías respiratorias y
dificultad para respirar. Las personas asmáticas presentan episodios
recurrentes de sibilancias, disnea, opresión en el pecho y tos.
Si se evitan los desencadenantes del asma, uno mismo puede contribuir a
mejorar el control del asma. Aunque el asma no suele curarse, un manejo
adecuado puede controlar la enfermedad, permitiendo así a las personas que la
padecen, disfrutar de una buena calidad de vida. Sin embargo, un número
importante de pacientes sufre asma no controlada a pesar de las opciones
terapéuticas disponibles. Estas personas pueden seguir teniendo síntomas y
restricciones en su estilo de vida e incluso podrían requerir atención urgente.
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