miércoles, 4 de diciembre de 2019

Lo único que baja siempre de precio son los medicamentos


(AZprensa) A lo largo de mi trayectoria profesional he sido testigo de cómo algunos medicamentos no llegaron a lanzarse en España porque el precio final que ofrecía el Gobierno era irrisorio y no superaba el mínimo exigido por la central, así como también he sido testigo de cómo esos tira y afloja en la negociación hacían que no se alcanzase el acuerdo final hasta cuatro años más tarde (en incluso más), normalmente cuando la competencia ya había lanzado otros productos similares y se había perdido la gran oportunidad de ser los primeros.

En otros sectores no existe este problema. Por ejemplo, en perfumería y cosmética, de investigación hay poco (en comparación con la industria farmacéutica), el proceso de fabricación es muy sencillo, y lo que realmente cuesta mucho es el envase y la Publicidad, todo lo cual hay que repercutirlo en el precio final; pero ese precio no está fiscalizado por nadie sino que es la propia empresa la que fija el precio que quiere (eso sí, teniendo en cuenta el precio de los competidores para no salirse de madre) y podrá subirlo y bajarlo cuantas veces quiera. Porque esa es otra: en el caso de los medicamentos, un precio es para siempre... o casi.

Cuando, por fin, se consigue la autorización de precio para un fármaco, ese precio es casi inamovible. A lo largo de los años irán subiendo de precio el coste de la materia prima, los costes de fabricación, los costes de envasado... pero el precio de venta no podrá subir. Esto hace que un producto, rentable inicialmente, con el transcurso de los años deja de ser rentable porque su precio no se puede actualizar ni siquiera en función de lo que haya subido el coste de la vida en esos años. Hoy día, la situación es peor aún, porque lo que hace el Gobierno es revisar los precios de vez en cuando y esa revisión es siempre hacia abajo, con lo cual deja a los productos siendo cada vez menos rentables.

¿Y qué pasa cuando un producto entra en pérdidas, cuando su coste de fabricación es superior al precio de venta? En esas condiciones sería de tontos mantenerlo en el mercado, porque cada unidad que se vendiese supondría una pérdida de dinero para el laboratorio. Cuando esto sucede, el laboratorio solicita una revisión del precio. Si se consigue, se mantiene, y si no se consigue (que es lo habitual), se deja de fabricar y desaparece. Normalmente los laboratorios tienen que optar por lo segundo salvo cuando –excepcionalmente- no existe otra alternativa de tratamiento en el mercado, en cuyo caso, el Gobierno suele autorizar un ligerísimo aumento de precio.

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