(AZprensa) Para que cualquier persona tenga “credibilidad”
lo primero y más importante que debe hacer es predicar con el ejemplo; pero si
esa persona ostenta un cargo público, lo de “predicar con el ejemplo” debería
ser inexcusable. Sin embargo vemos cómo en la política sucede lo contrario, que
se pasan todo el tiempo diciéndonos lo que tenemos que hacer pero ellos hacen
lo contrario.
Repasando algunos de los editoriales que he ido
escribiendo a lo largo de mi vida, he rescatado este del año 2016 en donde puse
de manifiesto el cinismo de nuestros políticos, que se propusieron modificar la
Ley para exigir a los sordos, ciegos y paralíticos que quisieran casarse, un “certificado
médico de aptitud”, es decir, metían en el mismo saco de los enfermos mentales
(incapaces de razonar y comprender muchas cosas) a todas aquellas personas sordas,
ciegas o paralíticas. Por eso, concluía que si hay que exigir ese “certificado
médico de aptitud” a todas estas personas cuya capacidad de razonar está en
perfectas condiciones, lo más lógico sería exigir ese mismo certificado a todos
los políticos porque con propuestas como esta demuestran que no están en su
sano juicio.
Este era el editorial:
“Desde esta tribuna de opinión proponemos que para
ejercer de político sea imprescindible obtener primero un certificado médico de
aptitud. El motivo de tan singular propuesta nos lo han dado nuestros propios
gobernantes.
Resulta que hasta ahora se exigía para poder casarse un
certificado médico a aquellas personas con alguna enfermedad o deficiencia
mental. Hasta aquí todo lógico, puesto que aquellas personas que vayan al
matrimonio deben ser conscientes de lo que es, representa y obliga el
matrimonio. Sin embargo, salvo que algún brote de sensatez lo impida, el
próximo mes de junio 2017 entrará en vigor una modificación de este artículo,
ampliando la obligatoriedad de dicho certificado médico a las personas sordas,
a las ciegas y a todas aquellas con algún impedimento sensorial como, por
ejemplo, los paralíticos. Es decir, que para nuestros gobernantes, los sordos,
ciegos y paralíticos son retrasados mentales que no son capaces de entender lo
que es el matrimonio y por lo tanto necesitan un certificado médico que
garantice que saben en dónde se meten.
Visto lo cual cabe preguntarse si no deberían obtener ese
certificado todos nuestros políticos antes de dedicarse a ejercer esa función
pública. A tenor de los hechos, los médicos denegarían dicho certificado a la
mayoría de ellos y desde luego a todos los que han apoyado esta absurda
modificación de la ley”.
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