(AZprensa) Lo vemos cada día en las predicciones del
tiempo; por mucho que traten de afinar es muy difícil que acierten y por ello se
ven obligados a informar hasta tres veces al día, y cada vez con una predicción
distinta. Lo mismo sucede en el mundo empresarial; todos los departamentos de
estudios de mercado hacen sus predicciones de ventas para evaluar cómo y dónde
deben posicionar sus productos… y estos estudios hay que repetirlos una y otra
vez, actualizarlos constantemente porque en cuestión de meses quedan desfasados
por acontecimientos imprevistos.
Uno de los grandes directivos de la industria
farmacéutica, Sir Tom McKillop, recordaba una vez que “en 1978, en un simposio
(“Medicamentos para el año 2000”), se hicieron algunas fantásticas
predicciones, pero no se tuvo en absoluto en cuenta la aparición de nuevas
enfermedades, tales como el Sida” y añadía que “incluso cuando su línea es
correcta, es fácil sobreestimar la rapidez del cambio”.
Todo cambia tan deprisa que las predicciones no tienen
validez, salvo que se estén haciendo predicciones casi a diario.
“La edad de oro de la industria farmacéutica”, un viaje a los años en que la transparencia informativa llegó a los laboratorios, de la mano de uno de sus grandes directivos.
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