(AZprensa) Hasta ahora se creía que el ictus cerebral mataba
las neuronas por toxicidad química, sin embargo ahora se ha descubierto que la forma
en que las elimina es mediante ondas eléctricas.
Tras la interrupción de aporte sanguíneo en el cerebro,
el primer evento en la cadena de sucesos que conduce a la muerte de las
neuronas es la aparición de una onda de potencial eléctrico que circula por el
tejido silenciando a las neuronas a su paso y haciéndolas perder su capacidad
de generar electricidad y procesar la información.
“Los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de
muerte y la primera causa de discapacitación”, indica el investigador Oscar
Herreras, del Instituto Cajal (CSIC). “Las neuronas son las células más
sensibles a la carencia de oxígeno y glucosa, y mueren tras unos pocos minutos
sin su aporte continuo desde el torrente sanguíneo”, precisa.
Esta misma onda aparece en las migrañas, pero ahí no es letal
“Ya desde mediados del siglo pasado se conocía que, tras
la interrupción de aporte sanguíneo en el cerebro, el primer evento en la
cadena de sucesos que conduce a la muerte de las neuronas es la aparición de
una onda de potencial eléctrico”, detalla Herreras. Esta onda eléctrica aparece
también en la fase de aura de la migraña, pero en este caso apenas dura un
minuto y el tejido nervioso se recupera completamente. No así cuando falta
oxígeno y glucosa, lo que lleva a una entrada masiva de agua al interior, del
que las neuronas no se pueden recuperar.
Según Herreras, que ha trabajado más de 20 años en la
biofísica de estas ondas, el problema ha podido ser que los investigadores y
las compañías farmacéuticas no sabían cómo utilizar o modular estas ondas
eléctricas para impedir el daño y se han centrado en una de sus consecuencias
químicas, suponiendo que son un paso intermedio en el que se podría atajar la
deriva letal. “Pero una vez iniciadas las ondas, se desencadenan muchos
procesos paralelos que conducen a la muerte, y atajar solo la toxicidad del
glutamato no es suficiente. Es necesario detener las ondas que desencadenan
todo” indica el doctor Herreras.
Los investigadores clínicos de este grupo llevan años
concienciando a sus colegas para que presten más atención en la UCI a estas
ondas eléctricas en los pacientes que entran con ictus, hemorragias cerebrales
y traumatismos, pues su presencia y duración son la mejor forma de saber la
gravedad del daño y cuanto tejido nervioso va a resultar irreversiblemente
dañado. “Podemos revertir esta situación de impasse clínico si dotamos a las
UCI de equipo para registrar estas ondas en los pacientes y empezamos a diseñar
estrategias para detenerlas”, pero reconocen que “hay una fuerte resistencia a
cambiar la forma de pensar”.
Este trabajo, realizado por investigadores del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha sido publicado en la revista
“Neurocritical Care”.
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