(AZprensa)
Numerosos satélites de observación de la Tierra emplean un ingrediente extra
para garantizar la calidad y la fiabilidad de sus datos medioambientales: la
Luna. Y es que mientras que la superficie terrestre se halla en constante
evolución, la cara de la Luna no ha cambiado en millones de años, salvo
contados impactos de meteoritos. Por eso, la luz que refleja la superficie
lunar es una fuente de calibración perfecta para los instrumentos de
observación de la Tierra.
Por
este motivo se acaba de colocar en las laderas del volcán Teide (Canarias,
España) un instrumento dirigido a la Luna que, al estar situado por encima de
la mayoría de las nubes y del polvo en suspensión, podrá medir con mayor
exactitud las variaciones nocturnas en
la luz de la Luna y, con el tiempo, mejorar la precisión de los trabajos de
calibración lunar.
“Agencias
espaciales de todo el mundo utilizan la Luna para evaluar y supervisar la
calibración de los instrumentos ópticos de observación de la Tierra —explica
Marc Bouvet, responsable del proyecto de la ESA—. Estos instrumentos se
calibran cuidadosamente antes de su lanzamiento pero, una vez en el espacio, su
rendimiento puede variar debido, por ejemplo, a la radiación, a la
contaminación de la lente o a cambios mecánicos”.
“Tenemos
que estar seguros de que los cambios en la luz recibida desde la Tierra
representan cambios reales en el terreno, y no cambios en el instrumento. Por
eso necesitamos objetivos de calibración que representen una fuente de luz
estable e invariable para identificar cualquier variación en el rendimiento de
las mediciones del instrumento espacial”.
“En
comparación con cualquier lugar de la Tierra, la superficie de la Luna es
inmutable —añade Marc—. Así, un gran número de misiones de observación de la
Tierra la usan para supervisar la estabilidad de sus calibraciones, ya sea
desde la órbita baja terrestre o geoestacionaria”.
El
instrumento instalado en el Teide es un fotómetro solar, parecido a los que se
usan en la red mundial que mide las partículas de la atmósfera. Este, en
cambio, se ha adaptado especialmente para que funcione por la noche en lugar de
por el día y así medir la luz de la Luna.
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