(AZprensa)
“Seguimos lejos de conocer con detalle aspectos clave de la fisiología
neonatal, muy concretamente de la gran inmadurez y de las secuelas relacionadas
con el nacimiento muy prematuro. Las consecuencias de tratamiento a veces sólo
se conocen después de muchos años de seguimiento y en ocasiones no existen
buenos estudios de investigación que puedan contestar a estas preguntas”,
afirma el Dr. Manuel Sánchez Luna, jefe de servicio de Neonatología del
Hospital Gregorio Marañón (Madrid).
Uno
de los asuntos que más preocupa a los especialistas es el denominado “minuto de
oro”, es decir, ese primer minuto ya que, como explica este especialista, “la adaptación
al nacimiento es un proceso lento y progresivo en el que el médico participa ayudando
en esta transición. La agresividad en estos momentos buscando una transición
rápida puede ser causa de secuelas graves”.
En
España, según los datos más recientes del INE en 2018, la prematuridad
representa el 7,5% de los nacimientos, donde el mayor porcentaje corresponde a
los llamados ‘prematuros tardíos’. Los nacidos antes de la semana 28
representan alrededor de 1400 nacidos cada año. Esta última es la población más
vulnerable y corresponde normalmente a niños que nacen con pesos inferiores a
1000 gramos. Concretamente, un ‘recién nacido inmaduro’ es un paciente
pediátrico que presenta un estado de desarrollo y crecimiento muy complejo, que
nace en fases muy precoces del desarrollo humano donde los factores ambientales
tienen una trascendencia grande en su desarrollo posterior.
Actualmente,
además de los factores ambientales, entre los parámetros que miden el riesgo de
prematuridad se encuentra una población materna más envejecida y, por ello, con
más patología general asociada a la edad.
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