(AZprensa) La proliferación del juego on line,
especialmente de las apuestas deportivas, está siendo motivo de alarma y
preocupación en todo el mundo, básicamente por el potencial adictivo de este
tipo de juego en gente joven. Las evidencias internacionales demuestran cómo el
número de demandas de tratamiento y consultas en dispositivos especializados ha
aumentado entre los jugadores de apuestas deportivas. También muestran que,
desde 2011, la publicidad de algunos tipos de juego ha aumentado el 160%,
especialmente durante los eventos deportivos. Aunque la edad legal para jugar,
en la mayoría de países, es de 18 años, entre
el 66-75% de adolescentes entre 14 y 17 años afirman haber jugado alguna vez.
Según un informa elaborado por el Consejo General de Colegios de Médicos de Cataluña,
los estudios indican que los adolescentes (entre 14 y 17 años) creen que las apuestas
deportivas son una actividad implícita al deporte. Consideran que se trata de
una experiencia social, en la que se reúnen con los amigos y apuestan por
diversión, con la que se puede ganar dinero fácilmente y que no comporta ningún
riesgo asociado. Pero hay que hacer notar que, por primera vez en la historia,
niños, adolescentes y jóvenes están siendo expuestos constantemente a la
publicidad y el marketing que estimula el juego, presentándolo como una
actividad relacionada con el lujo y el glamour y que es popular entre algunas
celebridades del deporte o del mundo del espectáculo, hecho que favorece las distorsiones
cognitivas y el pensamiento mágico relacionados con conseguir premios de manera
fácil y asegurada. Podemos decir que se ha traspasado el umbral de la
normalización
Los jóvenes que hacen apuestas deportivas son especialmente
vulnerables a desarrollar problemas de juego (especialmente si tienen actitudes
positivas hacia las estrategias publicitarias). También lo son las personas que
ya tienen una conducta problemática o patológica. La publicidad induce los
impulsos de jugar (especialmente la que aparece durante los acontecimientos
deportivos), dificulta la capacidad para mantener el esfuerzo de limitar el
juego (por tanto, disminuye el autocontrol) y facilita las recaídas (en
personas que ya presentan una conducta de juego excesiva o problemática).
Por todo ello, el citado informe concluye con las
siguientes recomendaciones:
Es necesario impulsar una regulación urgente de la
publicidad y del marketing del juego, que podría ser similar a la que se sigue
en el caso del alcohol y del tabaco, y más ahora que el juego está ya
considerado en los manuales diagnósticos como una adicción sin sustancia o
comportamental.
Es importante limitar y restringir la publicidad que
contenga mensajes relacionados con el juego como una actividad social y una
forma de cohesión, también durante los acontecimientos deportivos televisados,
así como todos los mensajes publicitarios de juego atractivo para niños y
adolescentes, con figuras del deporte o del espectáculo.
Son necesarias campañas de educación sobre el riesgo del
juego y sobre los contenidos de los mensajes publicitarios y de marketing,
utilizados por la industria del juego, dirigidas a niños y adolescentes, pero
también a padres y educadores.
En definitiva, la investigación científica realizada
hasta ahora confirma la necesidad de desarrollar e implementar programas
preventivos, orientados a la facilitación de recursos y mecanismos para
proteger a los usuarios y consumidores de juego, para minimizar los daños y
riesgos asociados a esta actividad (especialmente, entre los colectivos más
vulnerables).
Dicha prevención debería empezar en las escuelas, dado
que se ha demostrado que la edad de inicio en el juego es un factor de riesgo
claramente asociado a la conducta problemática y patológica (independientemente
del género y de la edad cronológica). Estos programas psicoeducativos y de
prevención podrían ir asociados a campañas publicitarias dirigidas especialmente
a adolescentes y a jóvenes.
Por otro lado, se deberían reforzar las restricciones del
juego a menores, diseñando fórmulas de control de acceso tanto en los portales
de operadores de juegos en línea como en todos los locales de juego (formando a
los empleados, solicitando información personal específica que se pudiera
contrastar de diversas maneras). Y además estos programas de prevención, a
través de campañas publicitarias, cursos y seminarios (en las escuelas e
institutos) también tendrían que informar sobre las probabilidades estadísticas
reales de ganar premios, estableciendo ejemplos y comparativas con otras
situaciones igual de inverosímiles o poco probables.
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