sábado, 16 de febrero de 2019

Las apuestas deportivas ya se han convertido en un problema médico y social


(AZprensa) La proliferación del juego on line, especialmente de las apuestas deportivas, está siendo motivo de alarma y preocupación en todo el mundo, básicamente por el potencial adictivo de este tipo de juego en gente joven. Las evidencias internacionales demuestran cómo el número de demandas de tratamiento y consultas en dispositivos especializados ha aumentado entre los jugadores de apuestas deportivas. También muestran que, desde 2011, la publicidad de algunos tipos de juego ha aumentado el 160%, especialmente durante los eventos deportivos. Aunque la edad legal para jugar, en la mayoría de países, es de 18 años,  entre el 66-75% de adolescentes entre 14 y 17 años afirman haber jugado alguna vez.

Según un informa elaborado por el Consejo General de Colegios de Médicos de Cataluña, los estudios indican que los adolescentes (entre 14 y 17 años) creen que las apuestas deportivas son una actividad implícita al deporte. Consideran que se trata de una experiencia social, en la que se reúnen con los amigos y apuestan por diversión, con la que se puede ganar dinero fácilmente y que no comporta ningún riesgo asociado. Pero hay que hacer notar que, por primera vez en la historia, niños, adolescentes y jóvenes están siendo expuestos constantemente a la publicidad y el marketing que estimula el juego, presentándolo como una actividad relacionada con el lujo y el glamour y que es popular entre algunas celebridades del deporte o del mundo del espectáculo, hecho que favorece las distorsiones cognitivas y el pensamiento mágico relacionados con conseguir premios de manera fácil y asegurada. Podemos decir que se ha traspasado el umbral de la normalización

Los jóvenes que hacen apuestas deportivas son especialmente vulnerables a desarrollar problemas de juego (especialmente si tienen actitudes positivas hacia las estrategias publicitarias). También lo son las personas que ya tienen una conducta problemática o patológica. La publicidad induce los impulsos de jugar (especialmente la que aparece durante los acontecimientos deportivos), dificulta la capacidad para mantener el esfuerzo de limitar el juego (por tanto, disminuye el autocontrol) y facilita las recaídas (en personas que ya presentan una conducta de juego excesiva o problemática).

Por todo ello, el citado informe concluye con las siguientes recomendaciones:

Es necesario impulsar una regulación urgente de la publicidad y del marketing del juego, que podría ser similar a la que se sigue en el caso del alcohol y del tabaco, y más ahora que el juego está ya considerado en los manuales diagnósticos como una adicción sin sustancia o comportamental.

Es importante limitar y restringir la publicidad que contenga mensajes relacionados con el juego como una actividad social y una forma de cohesión, también durante los acontecimientos deportivos televisados, así como todos los mensajes publicitarios de juego atractivo para niños y adolescentes, con figuras del deporte o del espectáculo.

Son necesarias campañas de educación sobre el riesgo del juego y sobre los contenidos de los mensajes publicitarios y de marketing, utilizados por la industria del juego, dirigidas a niños y adolescentes, pero también a padres y educadores.

En definitiva, la investigación científica realizada hasta ahora confirma la necesidad de desarrollar e implementar programas preventivos, orientados a la facilitación de recursos y mecanismos para proteger a los usuarios y consumidores de juego, para minimizar los daños y riesgos asociados a esta actividad (especialmente, entre los colectivos más vulnerables).

Dicha prevención debería empezar en las escuelas, dado que se ha demostrado que la edad de inicio en el juego es un factor de riesgo claramente asociado a la conducta problemática y patológica (independientemente del género y de la edad cronológica). Estos programas psicoeducativos y de prevención podrían ir asociados a campañas publicitarias dirigidas especialmente a adolescentes y a jóvenes.

Por otro lado, se deberían reforzar las restricciones del juego a menores, diseñando fórmulas de control de acceso tanto en los portales de operadores de juegos en línea como en todos los locales de juego (formando a los empleados, solicitando información personal específica que se pudiera contrastar de diversas maneras). Y además estos programas de prevención, a través de campañas publicitarias, cursos y seminarios (en las escuelas e institutos) también tendrían que informar sobre las probabilidades estadísticas reales de ganar premios, estableciendo ejemplos y comparativas con otras situaciones igual de inverosímiles o poco probables.

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