(AZprensa) Hoy traemos un ejemplo que muestra las
consecuencias que puede tener el bajar una y otra vez el precio de los
medicamentos, fijándose el Gobierno únicamente en el precio y no en la utilidad
del medicamento y las consecuencias que esto pueda tener para los pacientes.
Había hasta ahora disponible en España un medicamento
llamado “APO-GO-PEN” que permitía a los pacientes con enfermedad de Parkinson
administrarse apomorfina en aquellos momentos en que se sentían bloqueados y no
podían moverse con normalidad. El tratamiento era muy sencillo ya que el propio
paciente se lo inyectaba mediante un mecanismo similar al de un bolígrafo,
parecido a la forma en que los diabéticos se inyectan la insulina. De esta
forma, los enfermos de párkinson podían llevarlo siempre encima y recurrir a él
como tratamiento de rescate en esos momentos, ya que además su efecto era
inmediato. Y además no existe en España ningún otro medicamento similar. Da igual, como al Gobierno sólo le importa el precio, lo
han vuelto a bajar y esto ha hecho que al laboratorio fabricante ya no le sea
rentable comercializarlo en España y en consecuencia se ha producido desabastecimiento
del mismo.
Alcanzados por las quejas de pacientes, asociaciones de pacientes,
médicos y asociaciones médicas, al Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa que
dar esta solución: que lo pidan mediante el recurso de “medicación extranjera”.
Pues resulta que hacerlo así acarrea un gasto mucho mayor que el que suponía
antes para la Sanidad pública, una dilatación importante en el tiempo, numeroso
papeleo y gestiones que deben hacer pacientes y médicos… Y para colmo, cuando
llegue por fin a su destinatario, resulta que vendrá con un prospecto de
información en un idioma diferente al español, con el consiguiente riesgo de
confusión para cuidadores y enfermos. ¿Aprenderán alguna vez que en la Sanidad
no hay que guiarse sólo por el precio?
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