domingo, 23 de febrero de 2020

Las bacterias juegan un papel más importante que las algas en el mar

(AZprensa) Las bacterias marinas que capturan luz y la transforman en energía bioquímica no son una rareza, como se pensaba hasta hace poco. Un trabajo publicado en la revista “Science Advances”, con participación del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), muestra que la luz del sol, la principal fuente de energía que sustenta los ecosistemas marinos, es capturada principalmente por las bacterias, y no por las algas o las cianobacterias (también llamadas algas verde-azuladas), como se pensaba hasta ahora.

Las bacterias heterótrofas se alimentan normalmente degradando materia orgánica. Pero en el mar y otros sistemas acuáticos, hay bacterias que pueden realizar una ‘fotosíntesis’ gracias a dos pigmentos, la proteorodopsina y la bacterioclorofila. Estos pigmentos transforman la luz en energía bioquímica al igual que la clorofila en las algas y plantas.

Hasta ahora no se había podido cuantificar cual era la contribución de cada uno de estos tres pigmentos (clorofila, bacterioclorofila y proterodopsina) en la captación de energía solar en los océanos. Es lo que ha hecho ahora este equipo de investigación, que se embarcó en el buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa y estudió el Mediterráneo Oriental, uno de los mares más pobres en nutrientes del mundo, y lo comparó con el Mediterráneo Occidental y el océano Atlántico.

Los resultados revelan que, si bien la bacterioclorofila contribuye poco a la entrada de energía al mar, la proteorodopsina captura aproximadamente la misma cantidad que la clorofila y, a veces, bastante más. Aunque en el mar hay menos proteorodopsina que clorofila, una sola molécula de proteorodopsina ya es eficaz, mientras que se necesitan muchas moléculas de clorofila para crear un sistema de captación de energía eficaz. “Para tener un fotosistema funcional, de clorofila se necesitan 300 moléculas mientras que de proteorodopsina basta con una”, añade Laura Gómez Consarnau. De ahí que puedan capturar mucha más energía, hasta el doble.

El resultado marca un punto de inflexión porque rompe con el paradigma tradicional de que casi toda la luz del sol en los ecosistemas marinos es capturada por cianobacterias, microalgas y algas gracias a la clorofila. También confirma cómo pueden sobrevivir las comunidades bacterianas en aguas muy pobres en materia orgánica.

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