(AZprensa) Durante muchos siglos Noruega fue el vecino pobre de Dinamarca y Suecia que, alternativamente, lo tuvieron bajo su dominio o al menos bajo su influencia. Pero esto fue así hasta mediados de 1960 cuando este vecino pobre encontró petróleo en el mar que rodeaba sus costas y así, antes de finalizar esa década se convirtió de repente en millonario.
Todos estamos acostumbrados a ver cómo aquellos que consiguen rápidamente y apenas sin esfuerzo una gran fortuna pierden de inmediato sus principios y valores, se meten en una espiral de lujo y derroche, y al cabo de unos años vuelven a estar en la miseria. ¿Quién no recuerda -por ejemplo- casos de boxeadores que pasaron de la pobreza a ser campeones del mundo y millonarios y poco después otra vez a la pobreza? Pero en Noruega esto no sucedió; actuaron con sensatez, inteligencia y justicia social.
Noruega tiene hoy poco más de 5,4 millones de habitantes, un producto interior bruto (PIB) de 65.505 $ anuales por persona (10.000 $ que en Estados Unidos), un sistema de pensiones que posiblemente sea el más igualitario del mundo, unos niveles de corrupción casi inexistentes, un alto nivel de vida, una tasa de desempleo casi inexistente… y así no es de extrañar que en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas figure cada año en las primeras posiciones de los países con mejor calidad de vida. El que era un país pobre de pescadores y pastores, se ha convertido en una potencia económica.
Y sin embargo sus habitantes apenas si han cambiado y conservan sus tradiciones y sus costumbres austeras asimiladas a la fuerza tras muchos siglos de privaciones. En Noruega nadie malgasta el dinero y está muy mal visto el lujo y la ostentación. A los noruegos les encanta el contacto con la naturaleza y casi todos tienen una pequeña cabaña (hytta) en el campo o las montañas, pero la mayoría de esas cabañas carecen de agua corriente e incluso muchas de ellas de electricidad, aunque sus dueños sean directores de empresa o simples empleados. La austeridad está en todos los niveles sociales.
Dicen, quienes quieren poner “peros” a este idílico país que –por ejemplo- el porcentaje de ausencia al trabajo a causa de enfermedad es el más alto entre los países de la OCDE, pero no se dan cuenta que si otros países tienen porcentajes más bajos es porque sus trabajadores no se pueden permitir faltar al trabajo porque necesitan esos ingresos y conservar ese puesto de trabajo. En Noruega en cambio, hay trabajo para todos y dinero suficiente para pagar el cuidado de la salud de sus ciudadanos. Esto último, en porcentaje, representa el 5% del PIB.
Dicen que, aproximadamente, una quinta parte de la población en edad de trabajar, recibe ayudas económicas en razón de problemas de salud o discapacidad; pero esto lejos de ser un indicador de “picaresca” (algo que no existe en los países nórdicos) es un ejemplo de más de justicia social.
Por lo que se refiere al salario mínimo de los trabajadores peor pagados, baste decir que los trabajadores cualificados de la construcción ganan 21 euros/hora) y los trabajadores de la limpieza (18,90 euros/hora), pero si realizan su trabajo entre las 21 y las 6 horas, tienen un suplemento de 2,60 euros/hora.
Los trabajadores de limpieza tienen un salario mínimo de 18,80 euros/hora y un suplemento de 2,60 euros/hora cuando el trabajo se realiza entre las 21 y las horas. Otro ejemplo: los empleados que realicen transporte de mercancías por ruta (con vehículos con un peso total superior a 3,5 toneladas) tienen un salario mínimo de 17,70 euros/hora.
Claro que también la vida es más cara allí. Un litro de leche, por ejemplo, puede costar 1,90 euros, e incluso una simple botella de 30 cl de agua 1,60 euros. En cuanto al alcohol, hay que decir que Noruega, al igual que Suecia y Finlandia, prohibió la venta de cualquier bebida que supere los 3,5% de graduación en supermercados y sólo se pueden adquirir en establecimientos estatales destinados a este fin (vinmonopolet). Y si ahí el alcohol es caro, más aún lo es en los bares y restaurantes. Una simple cerveza puede llegar a valer entre 8 y 11 euros en cualquier bar.
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