(AZprensa) “Un virus mata no porque viva en un organismo
y lo destruya; mata si lleva unos genes, llamados de virulencia, que inhiben la
respuesta de defensa del hospedador”. Estos genes de virulencia son los que
busca el equipo de los investigadores Luis Enjuanes e Isabel Sola, del
laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Su equipo trabajó en
coordinación con los Institutos de Salud de Estados Unidos (NIH) durante los
brotes de los letales coronavirus
SARS-CoV en 2002 y MERS-CoV en 2012, y ahora tienen un proyecto conjunto
con la Icahn School of Medicine at Mount Sinai, de Nueva York, para intentar
obtener una vacuna contra el nuevo coronavirus de Wuhan (China), que ha causado
170 muertos y suma más de 8.100 nuevos casos en China. Este nuevo virus tiene
una semejanza genética del 80% con el que causó el SARS.
El objetivo del equipo de Enjuanes es localizar los genes
de virulencia del virus para eliminarlos mediante modificación genética. Al
eliminarlos se consigue una versión del virus atenuada, que más tarde se puede
administrar como vacuna para que los pacientes desarrollen una respuesta inmune
que les proteja en futuras exposiciones al virus virulento.
“Los coronavirus son virus que infectan a los animales,
domésticos o silvestres, y que pueden infectar al ser humano”, explica Sola.
“Hasta hace poco conocíamos seis coronavirus que infectan al ser humano, cuatro
que causan resfriados leves, y dos que son mortales. El primero surgió en China
en 2002, el causante del SARS, infectó a 8.000 personas y causó la muerte de
800. El segundo apareció en Arabia Saudí en 2012, el causante el MERS, ha
infectado desde entonces a 2.400 personas y ha causado la muerte de 800”.
Los científicos no disponen de herramientas para
modificar la información genética del virus, es decir, su ARN. Por lo tanto
necesitan traducir ese ARN al código ADN, con el que sí se dispone de diversas herramientas de edición genética,
según explica Sola, del CNB. Una vez traducido al código ADN, los
investigadores disponen de herramientas para modificar la información del virus
y eliminar los genes de virulencia.
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