(AZprensa) Cuando se revisa la información médica
publicada sobre el síndrome de estrés post traumático, se da uno cuenta de cómo
esta enfermedad afecta a un enorme porcentaje de la población española
convirtiéndose en una auténtica pandemia provocada… precisamente por la pandemia y agravada y cronificada por
la presión constante y agobiante del Gobierno y de los medios de comunicación.
Pero ¿qué es el síndrome de estrés post traumático? Es un
conjunto de síntomas que aparecen después de un suceso traumático (accidente,
secuestro, violación… o en este caso, la ruptura total –a causa de la pandemia
de coronavirus- del modo de vida que llevábamos). Esos síntomas ocasionan considerables
problemas en la conducta y relaciones sociales de los afectados.
Repasemos esos síntomas y veremos cuánta semejanza
guardan con el cambio experimentado en la sociedad tras los acontecimientos
vividos el pasado año:
Recuerdos intrusivos.-
Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático.
Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez (reviviscencia).
Sueños perturbadores o pesadillas acerca del hecho traumático.
Angustia emocional grave o reacciones físicas a las cosas que te recuerdan el suceso traumático.
Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el suceso traumático.
Cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo.
Pensamientos negativos sobre ti mismo, otras personas, o el mundo en general.
Desesperanza acerca del futuro.
Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del suceso traumático.
Dificultad en mantener relaciones cercanas.
Sentirte distanciado de tus familiares y de tus amigos.
Falta de interés en las actividades que antes te gustaban.
Dificultad para sentir emociones positivas.
Sentirte emocionalmente insensible.
Asombrarte o asustarte fácilmente.
Estar siempre alerta al peligro.
Conducta autodestructiva, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado rápido.
Trastornos del sueño.
Dificultad en concentrarte.
Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva.
Sentimientos abrumadores de culpa o vergüenza.
En definitiva, las personas así afectadas no atienden a
razonamientos y reaccionan con negación, irritabilidad e incluso agresividad a
quienes contradicen sus pensamientos. Es lo mismo que sucede en muchas enfermedades
mentales en las que el paciente se niega a reconocer que padece dicha enfermedad.
Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático.
Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez (reviviscencia).
Sueños perturbadores o pesadillas acerca del hecho traumático.
Angustia emocional grave o reacciones físicas a las cosas que te recuerdan el suceso traumático.
Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el suceso traumático.
Cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo.
Pensamientos negativos sobre ti mismo, otras personas, o el mundo en general.
Desesperanza acerca del futuro.
Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del suceso traumático.
Dificultad en mantener relaciones cercanas.
Sentirte distanciado de tus familiares y de tus amigos.
Falta de interés en las actividades que antes te gustaban.
Dificultad para sentir emociones positivas.
Sentirte emocionalmente insensible.
Asombrarte o asustarte fácilmente.
Estar siempre alerta al peligro.
Conducta autodestructiva, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado rápido.
Trastornos del sueño.
Dificultad en concentrarte.
Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva.
Sentimientos abrumadores de culpa o vergüenza.
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