miércoles, 13 de enero de 2021

Comer a cargo de la empresa

(AZprensa) Hace años entré a trabajar en una empresa que tenía comedor para los empleados. Aunque la calidad de la comida era buena y la comodidad de comer sin salir de la empresa era evidente, los trabajadores hicieron un estudio del importe que aquello suponía para la empresa y le propusieron que cerrase el comedor, esto es, que se ahorrase todo ese dinero, a cambio de dejarles salir una hora antes y que cada cual –tras la jornada intensiva propuesta- se fuese a  comer a su casa o a donde quisiera. La propuesta fue aceptada, pero la productividad se resintió porque tras ocho horas seguidas de trabajo, sin más descanso que un bocadillo a media mañana, nadie estaba por la labor de quedarse alguna hora más en ayunas.
 
Después de aquello comenzaron a implantarse los “tickets restaurante” mediante los cuales la empresa paga el equivalente a un menú del día. De esta forma, los trabajadores salen a comer y desconectan un poco, para volver después con ánimo renovado a su puesto de trabajo.
 
Eso sí, para que la concesión del ticket restaurante sea justa, deben concederse sólo por los días trabajados, es decir, no hay que darlos en vacaciones, ni cuando se asista a una comida de trabajo pagada lógicamente por la empresa.
 
La ventaja adicional de estos tickets restaurante es que el trabajador que viva cerca de su casa puede comer en su casa e ir acumulando esos tickets para ir a comer otro día con su familia, o incluso acudir a algunas tiendas de alimentación o restauración en donde canjearlos por jamones, quesos, vinos, etc.
 

Fuente: “El legado farmacéutico de Alfred Nobel”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa

No hay comentarios: