domingo, 17 de enero de 2021

La ciudad que tiene dos soles

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AZprensa) Sabemos que existen planetas que orbitan en torno a dos soles, aunque ese no es nuestro caso ya que en la Tierra y en todos los planetas que nos acompañan en nuestro sistema solar recibimos la luz y la vida de una única estrella a la que llamamos “Sol”. Pero, como en todo, también hay excepciones, y en la Tierra hay un pequeño pueblo que tiene dos soles y gracias a ello se ha convertido en un interesante punto de atracción turística.
 
Nos referimos al pueblo de Rjukan, situado en la provincia de Telemark (Noruega), con una población de 3.247 habitantes y dos soles, uno de ellos es el que todos conocemos y vemos casi a diario y el otro… un sol artificial al que han bautizado como “Solspeilet” o espejo solar. Y es que es eso, exactamente: tres espejos gigantes (con una superficie de 163 metros cuadrados) situados en lo alto de las montañas que rodean el pueblo y que, guiados por ordenador, siguen el curso del sol y dirigen sus rayos hacia la plaza del pueblo haciendo que los habitantes de la localidad puedan recibir la luz solar durante los seis meses al año en que el sol natural es incapaz de iluminar este pueblo situado en un profundo valle.
 
Instalados en el año 2013, los espejos situados en esas cumbres, 500 metros por encima del pueblo, se mueven cada 10 segundos para ajustarse al movimiento del sol sobre el horizonte, manteniendo así la zona central del pueblo (una superficie de unos 650 metros) iluminada con luz solar.
 
¿Te imaginas lo que es vivir seis meses al año sin recibir la luz del sol aunque el cielo esté despejado? Pues eso es lo que les sucedía a los habitantes de Rjukan hasta que un buen día, un artista que se había trasladado a vivir allí, Martin Andersen, tuvo la feliz idea de utilizar espejos gigantes para iluminar el pueblo durante esos seis interminables meses. No es ninguna tontería. La luz del sol es necesaria para recibir vitamina D, regular los ciclos de sueño, combatir la depresión… Por eso, el coste de este proyecto, que no llegó a los 700.000 euros, fue un dinero bien invertido que ha traído la salud y la felicidad a sus vecinos y por añadidura ha supuesto un impulso a la economía al incentivar el turismo.
 
La imaginación y la tecnología son capaces de encontrar soluciones a los problemas más difíciles, y en el caso concreto de este pueblo, cabe recordar que hace más de un siglo ya aportaron otra solución para que los habitantes de este pueblo pudieran tomar la luz del sol. El ingeniero Sam Eyde, también residente en Rjukan, ideó la construcción de un teleférico hacia las cumbres que rodeaban el pueblo, de tal forma que en los días soleados la gente podía subir fácilmente hasta la cumbre y allí ver y disfrutar de la luz del sol.
 
A todos los que vivimos en países donde el sol nos acompaña y calienta durante casi todo el año nos viene muy bien conocer estos hechos para que aprendamos a valorar el preciado don de la luz solar que recibimos y de la que incluso nos quejamos cuando el calor aprieta.


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