(AZprensa) En
este artículo vamos a repasar y comentar el “Decálogo de los pacientes que van
al dentista”, el cual ha sido elaborado por la Sociedad Española de Periodoncia
y Osteointegración (SEPA), y le ponemos el calificativo de “absurdo” por todo
lo que vamos a comentar al respecto.
Además,
resulta que se dieron cuenta de que sólo habían redactado 8 puntos, por lo cual
necesitaban dos puntos más para poder llegar a 10 y llamarlo “Decálogo”. Para
completarlo, decidieron añadir, pues, otros dos puntos, pero no les parecían
tan importantes como los ocho primeros, así que decidieron calificar a los ocho
primeros como “Derechos fundamentales” y a los dos últimos como “Derechos
específicos”.
Acompáñame
en esta revisión crítica de tan peculiar “Decálogo”…
Punto 1 del
Decálogo.- Dignidad
“Todos los pacientes tienen derecho a ser tratados con dignidad y respeto. Esto significa que, independientemente de su edad, género, raza, origen étnico, religión, orientación sexual o cualquier otra característica, tiene derecho a ser tratado con igualdad y sin discriminación. El equipo odontológico debe siempre respetar sus preferencias personales, así como sus decisiones acerca de su atención”.
Comentario:
El que todos los pacientes tengan que ser tratados con “dignidad y respeto” no es algo propio de los pacientes que van al dentista, sino de todos los seres humanos vayan a donde vayan. Mal andamos cuando hay que andar pidiendo que se trate a los pacientes “con dignidad y respeto”, prueba de que algo se está haciendo mal, porque si ya se hiciese, si fuese norma general, no habría que incluirlo en un Decálogo.
Añade
que no hay que tener en cuenta la raza, ni la religión, ni… (parece redactado
por el Ministerio de Igualdad). Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿es que si
un negro va al dentista lo están tratando peor? Mal vamos si eso es cierto, y
si no lo es ¿a cuento de qué lo ponen en un Decálogo? ¿Y la religión? ¿Desde
cuándo te preguntan en la consulta del dentista de qué religión eres? Y si no
te lo preguntan ¿para qué ponerlo en el Decálogo? Como no podía faltar, también
incluyen lo de la “orientación sexual”. Pero bueno, ¿desde cuándo preguntan en
el dentista de qué género eres hoy (ya se sabe que con la nueva Ley de
identidad de género puedes cambiar de género todas las veces que quieras). Para
que te atienda un dentista da igual de qué género seas… salvo que seas del
“género tonto” (que más de uno hay no sólo entre pacientes, sino también entre
odontólogos y entre el Gobierno).
Y
dice también que hay que respetar la decisión del paciente sobre lo que el odontólogo
le diga que hay que hacer. ¡Vamos, hombre, sólo falta que el dentista te haga
lo que le dé la gana sin consultarte siquiera tu opinión! El dentista debe
informar de lo que en su opinión se debe hacer y el paciente es el que tiene la
potestad de decidir si quiere hacerse eso o no, o si quiere una alternativa u
otra.
En
fin, son cosas tan elementales, que no tiene sentido ponerlas en un Decálogo.
Esto es como si se hace un decálogo para vivir y se dice que el paciente tiene
que “respirar”. ¡Pues claro, si no respiras te mueres!
Pero
de tanta tontería y postureo como contiene este primer punto del Decálogo, se
les ha olvidado añadir un par de palabras (se ve que no les interesan). Cuando
hablan de no hacer distinciones en función de raza, sexo, etc. se les ha
olvidado añadir: “y de situación económica”. Y no lo han puesto porque ahí sí
que hacen una clara discriminación: Si no tienes dinero, mejor no vayas al
dentista; y si no tienes un sueldo, mejor no vayas porque no te concederán el
crédito para pagarlo a plazos.
Como
ves, mucha dignidad, mucha igualdad, mucho bla, bla, bla, pero al final, si no
tienes dinero para pagar todo lo que te vayan a hacer (que ya procurarán que
haya que hacerte muchas cosas), pues nada de nada.
Punto 2 del
Decálogo.- Intimidad
“La intimidad es un derecho fundamental de los pacientes y, siempre que quiera, puede solicitar que en el gabinete dental solo haya las personas imprescindibles para llevar a cabo con éxito el procedimiento odontológico indicado. Todo el personal de la clínica dental tiene la obligación de respetar su privacidad.
Confidencialidad y protección de datos: Se debe guardar la confidencialidad de la información personal y médica del paciente, de forma que no puede ser compartida con terceros sin su consentimiento, a menos que sea necesario para tu tratamiento o esté requerido por la ley. La historia clínica y demás actividades que se llevan a cabo en la consulta dental deben respetar unas medidas de seguridad mínimas, garantizadas por empresas de protección de datos que las clínicas odontológicas están obligadas a contratar. En este sentido, tanto el equipo odontológico como el paciente deben interesarse también por la manera en que las nuevas tecnologías que se utilizan en la consulta gestionan los datos de los pacientes”.
Comentario:
Se dice que tu boca abierta cuando te están revisando o arreglando la dentadura no es un espectáculo y por tanto tienes derecho a exigir que sólo esté allí el personal necesario (normalmente el dentista y un auxiliar. La verdad es que esto es de Perogrullo porque toda la vida ha sido así sin necesidad de incluirlo en un decálogo. ¿O es que ahora lo hacen para que si no protestas puedan estar mirando otros colegas o estudiantes para aprender? Total, que tendrás que estar atento para que cuando te sientes en el sillón aquello no se convierta en el camarote de los Marx.
Luego
se habla de que tu historia clínica debe ser privada, algo que recogen todos los
códigos de Deontología médica pero de lo que, al parecer, aún no se han enterado
los dentistas y por eso lo incluyen en este decálogo.
Y
lo que sorprende igualmente es que no sólo dice que los dentistas tienen que
estar al tanto de cómo las nuevas tecnologías se utilizan para gestionar tus
datos privados, sino que también tú, el paciente, tienes que ponerte al día en
esas tecnologías (“el paciente debe interesarse por la manera en que las nuevas
tecnologías…”). Total, que su llega a la consulta un abuelo que no sabe manejar
Internet ni entiende nada de informática, no podrán atenderle hasta que no
conozca bien cómo funcionan las nuevas tecnologías porque –como dicen aquí- el
paciente también “debe interesarse” por esto.
Punto 3 del
Decálogo.- Puntualidad
“El paciente debe ser informado, siempre que sea posible, de cancelaciones y, en la medida de lo posible, se debe respetar el horario previsto de la consulta; la puntualidad en la atención debe ser una premisa esencial en la atención odontológica, salvo imprevistos y demoras justificadas por complicaciones derivadas de la práctica odontológica.
Situaciones de urgencia: A pesar de que la Odontología suele ser de carácter privado, el dentista y su equipo tienen la obligación de atender situaciones de emergencia y urgencia vital de forma incondicional. El paciente debe tener acceso a servicios de emergencia si es necesario”.
Comentario:
Este punto va de la más elemental educación. Te dicen que si tienen que retrasar, cambiar la fecha o cancelar tu cita, los dentistas tienen la obligación de avisarte. Bueno, los dentistas y cualquier persona educada de cualquier negocio y en cualquier situación. Si cuando quedas con tus amigos para ir de copas y te vas a retrasar o no puedes ir, les avisas, ¿cómo no va a tener que avisarte el dentista de que tu cita cambia de hora o de fecha? Esto que incluyen aquí no tiene nada que ver con los dentistas ni con los pacientes, sino con la más elemental educación que cuando éramos niños nos enseñaban en la escuela (ahora ya no sé qué les enseñarán, porque a la vista de esto me surgen dudas).
Luego
hablan de situaciones de emergencia y urgencia “vital”, es decir, en donde esté
en riesgo la vida del paciente, en cuyo caso el dentista tiene la obligación de
atender al paciente (no especifican si de forma gratuita o cobrando). Pocas
situaciones de vida o muerte se dan en el ámbito de los dentistas, pero de
presentarse alguna situación está claro que muy poco humanos tendrían que ser
para dejar morir a ese paciente simplemente porque no tenía cita o no era
paciente suyo. Quizás lo único que buscan con este punto es dar a entender lo
importantes que son los dentistas y que están dispuestos a salvar la vida de
los pacientes aunque no tuviesen una visita programada. Como casos de estos sólo
se darán uno entre un millón, pues eso, que no deja de ser más bla, bla, bla.
Punto 4 del
Decálogo.- Libertad de elección
“El paciente tiene el derecho a escoger libremente a su dentista. Esto incluye el derecho a buscar una segunda opinión si tiene dudas sobre el diagnóstico o tratamiento recomendado por su dentista. Igualmente, posee el derecho de cambiar de dentista si no está satisfecho con la atención recibida”.
Comentario:
Esto tiene tela. Te viene a decir que nadie puede obligarte a que vayas a un dentista concreto, sino que tú puedes elegir al que quieras. Parece elemental, algo lógico puesto que la Medicina todavía no se ha convertido en una dictadura; sin embargo hay matices que siembran la inquietud…
Si
vas por tu cuenta al dentista está claro que eliges al que quieras. Si vas por
una sociedad tienes siempre varios dentistas y clínicas donde elegir. Pero ¿y
si vas por la Sanidad pública? Si vas por lo público no tienes la potestad de
elegir especialista sino que te mandarán al que ellos quieran.
Por
lo tanto este punto nos hace ver que eso de la “libertad de elección” es
relativo si vas por la Sanidad pública, aunque no tiene sentido alertar de ello
en la Sanidad privada porque ahí sí que puedes elegir, cambiar, pedir segunda
opinión, etc.
Por
cierto, eso de poder pedir una segunda opinión, lo ponen aquí como un gran
logro, cuando es un derecho fundamental de los seres humanos y es algo que
hacemos nosotros todos los días –si queremos hacerlo- cuando pedimos varios
presupuestos cada vez que necesitamos un fontanero, un pintor, un electricista,
etc.
Punto 5 del
Decálogo.- Libertad de contratación y asesoramiento clínico
“El paciente puede aceptar o rechazar un tratamiento recomendado. Antes de empezar cualquier tratamiento, el dentista debe explicarle claramente lo que implica, incluyendo los riesgos y beneficios, y obtener tu consentimiento.
El
asesoramiento clínico implica el derecho a recibir asesoramiento de expertos
sobre las diferentes opciones de tratamiento disponibles para cada caso. Esto
significa que debe proporcionarse información completa y comprensible sobre
todas las opciones de tratamiento, incluyendo las ventajas y desventajas de
cada una, los posibles efectos secundarios y el coste.
El paciente debe tener un dentista asignado como interlocutor en clínicas con varios dentistas; además, no debe resignarse a ser atendido por una persona de recepción o por un comercial en cuestiones que tengan que ver con el tratamiento”.
Comentario:
¡Sólo faltaba eso! ¡Que no pudieras decir “No” a lo que te diga el dentista! ¡Por supuesto que aún tenemos la libertad de decir al dentista que no queremos hacernos ese tratamiento! ¿En qué dictadura se creen que estamos viviendo?
Después
dicen que el dentista debe explicar las diferentes opciones de tratamiento
antes de que se ponga a trabajar en ello. Por supuesto, sólo faltaba que te
empezase a arreglar la dentadura y a medias te dijese el precio y a ti no te
interesase. ¡Claro que hay que explicar y además antes de hacer nada!
Añaden
que la explicación debe ser completa y comprensible (es decir: que te enteres
de lo que te están diciendo y que el dentista se asegure de que lo has
entendido; que muchas veces van tan deprisa que te crees que te has enterado y luego resulta que no).
Pero
es que además añaden que esa explicación debe incluir ventajas, desventajas y
costes de cada una de las opciones; y en esto sí que estoy de acuerdo que debe figurar
en un Decálogo, porque en muchas ocasiones más que preocuparse de la salud de
tu boca se preocupan de sus ingresos y ponen todo el énfasis en la alternativa
más cara (que es la que le deja más beneficios) y quizás no es necesario. Por
ejemplo, ahora todo lo arreglan con implantes, cuando no siempre son
necesarios; y tampoco explican al paciente que los implantes no son para toda
la vida por lo que si eres joven, quizás tengan que volver a cambiártelo o a
hacer otra cosa al cabo de los años.
La
última parte de este punto es la más graciosa. Dice que las explicaciones
médicas no te las puede dar la recepcionista, ni un administrativo, ni el
ordenanza. Incluir esto en este Decálogo hace pensar que en muchos casos es un
administrativo el que te da las explicaciones médicas y no el verdadero
odontólogo. ¿Qué clase de médico deja que las explicaciones médicas las de una
persona que ni ha estudiado la carrera de Medicina ni va a ejercer la misma
contigo?
Punto 6 del
Decálogo.- Consentimiento:
“Una vez recibida una información suficiente, veraz y razonable acerca del diagnóstico y alternativas de tratamiento, el paciente tiene derecho a tomarse un tiempo para decidir cómo quiere proceder. El derecho al consentimiento significa que puede decidir si desea proceder con un tratamiento recomendado después de haber recibido asesoramiento. El dentista debe obtener el consentimiento antes de proceder con cualquier tratamiento.
El consentimiento informado será, en general, verbal; en caso de intervenciones quirúrgicas o actos invasivos, se debe proporcionar además un documento escrito de consentimiento. Éste deberá entregarse con el tiempo suficiente para que pueda leerlo, evaluarlo y aceptarlo o no. Esta es la razón por la cual el consentimiento informado no se puede entregar en el mismo momento en el que se va a realizar la intervención”.
Comentario:
El “Consentimiento” viene a decir, ni más ni menos, que el paciente es dueño de cuerpo y tiene la potestad de decidir si quiere que le hagan cualquier intervención o no. Que yo sepa, esto no es ninguna novedad sino algo plenamente asumido por la sociedad; hasta a las mujeres se les reconoce el derecho a su cuerpo para abortar y eliminar cualquier cuerpo extraño que lleven dentro y eso que esos cuerpos tienen vida. Por lo tanto este punto no nos dice nada nuevo ni nada que sea exclusivo de los dentistas.
Luego,
sin embargo, comienzan a curarse en salud por si algo sale mal para que no
vayas luego a demandarlos judicialmente. Por eso dicen que si la intervención
que te proponen tiene algún riesgo, te darán un papel para que lo firmes
reconociendo que sabes los riesgos y que si algo sale mal no los llevarás a
juicio. Eso sí, las explicaciones son verbales (de eso no queda constancia)
pero los riesgos que asumes sí que quedan por escrito; es decir, lo que a ti te
interesa (todos los detalles acerca de la intervención, de las alternativas,
etc.) queda en el aire (explicación verbal) mientras que lo que a ellos les
interesa (que si la cosa sale mal no se les puede exigir a ellos ninguna
responsabilidad) eso queda por escrito.
A
pesar de todo esto, lo que vemos con frecuencia es que ese consentimiento
informado ya no se entrega en papel sino que se muestra en una Tablet que el
paciente tiene que leer (si es que quiere) allí mismo y acto seguido firmar en
dicha Tablet. Este punto 6 no se lleva a cabo en la práctica diaria tal como se
recoge en este Decálogo.
Punto 7 del
Decálogo.- Continuidad asistencial
“Si cambia de dentista, el paciente tiene derecho a una transición suave y a la continuidad de la atención, lo que implica que el nuevo dentista deber poder acceder a su historial médico completo y continuar con la atención donde lo dejó el equipo odontológico anterior”.
Comentario:
El Código Deontológico de los médicos reconoce que el historial médico pertenece al paciente y por lo tanto el paciente no sólo debe tener acceso a él, sino que además debe decidir a quién se lo deja ver. En el caso que aquí nos ocupa, ese historial médico se olvida de su legítimo propietario, el paciente, y se dice que son los médicos quienes deben manejarlo y cederlo a otro dentista si es que el paciente decide cambiar de profesional de la odontología o de clínica odontológica. Es más un aviso a los médicos para que no se apropien del historial y lo cedan a quien corresponda, que un reconocimiento de quién es su legítimo dueño.
Se
dice también algo tan absurdo como que si cambias de dentista dejando el
arreglo de tu boca a medias, el nuevo tendrá que seguir arreglándote la boca a
partir del punto en que la dejó el anterior. ¡Sólo faltaba eso! ¡Que el nuevo
volviese a empezar de nuevo o a decir que eso no le gustaba y que ye la iba a arreglar
de otra forma!
Una
vez más, la realidad choca con lo que se dice en este punto, porque tu
historial bucal se suele quedar siempre en la clínica o en el dentista que te
lo hizo y éste no suele compartirlo con ningún otro profesional (salvo que
pertenezca a la misma clínica) y ese historial, además, lo normal es que no lo
veas nunca, a diferencia de lo que pasa con otros profesionales médicos (de
Sanidad pública o privada) que siempre te dan tu historial o al menos te dan las
claves de acceso digital al mismo.
Punto 8 del
Decálogo.- Profesionalidad y calidad
“El paciente tiene derecho a recibir atención de alta calidad, independientemente de la clínica dental a la que acuda, de forma que el personal de la clínica dental debe estar debidamente calificado y capacitado, y la clínica debe cumplir con las normas y regulaciones de seguridad y salud.
El equipo odontológico no debe realizar tratamientos para los que no está preparado, y se deben cuidar las instalaciones, los protocolos y los tratamientos para que sean seguros”.
Comentario:
Este punto dice que tienes derecho a recibir atención sanitaria de alta calidad independientemente del dentista o clínica a la que acudas, pero es evidente que no todas las clínicas ni odontólogos tienen la misma calidad y los hay unos mejores que otros como en cualquier otra profesión. Así que lo de “alta” sobra, bastaría decir que tienes derecho a recibir atención sanitaria de calidad, tal como corresponde a un buen profesional y a una buena clínica.
Y
a eso hacen también referencia, señalando que todo el personal debe estar
cualificada (¡sólo faltaría que no lo estuviera! ¡Esto es también de
Perogrullo!) Y advierten a los dentistas que no se metan a hacer intervenciones
en las que no sean expertos (vamos, que no hagan chapuzas ni experimentos
contigo).
Punto 9 del
Decálogo.-
“El paciente odontológico tiene derecho a ser informado sobre cualquier cambio en el plan de tratamiento y a participar en la toma de decisiones sobre su atención”.
Comentario:
Viene a decirte que si te están haciendo un cambio en la boca y sobre la marcha consideran que hay que modificar los planes iniciales, te lo deben decir para que lo sepas. ¡Toma ya! ¿Desde cuándo un profesional del gremio que sea puede cambiar de planes sobre la marcha y hacer lo que le dé la gana sin consultar con el cliente? Pues por lo que se ve, debía ser frecuente que algunos dentistas no informasen a los pacientes de esos cambios de planes, y por eso en este decálogo les recuerdan que sí que se lo deben decir al paciente. Sin embargo, nada aclara de la forma en que debe comunicar esos cambios de planes que debería ser por escrito, con explicación clara y detallada de los motivo y de sus repercusiones no sólo sanitarias y estéticas sino también económicas, y dejando tiempo para que el paciente lo analizase y diese finalmente o no su autorización a ese cambio.
Más
o menos lo que esperan es que te digan de palabra algo así como “iba a hacerte
esto pero no va a quedar bien así que mejor te voy a hacer esto otro” y que tú,
como buen corderito ignorante y obediente, contestes con la boca abierta algo
así como “agggh” que se interpreta como un “sí, lo que usted digan doctor”.
Punto 10 del
Decálogo.- Profesionalidad y calidad
“Los pacientes tienen derecho a recibir una atención sin dolor y cómoda”.
Comentario:
Este último derecho realmente es imposible de cumplir puesto que las intervenciones odontológicas siempre implican dolor e incomodidad. Incomodidad porque es evidente que no resulta cómodo estar tumbado, con la boca abierta, una potente luz en los ojos, y un aspirador de agua y saliva enganchado a la comisura de los labios cual anzuelo de pesca, mientras el dentista te lanza chorros de agua y usa el torno o lo que sea menester. Vamos, que lo de “cómodo”, por muy blandito que sea el sillón, es imposible de conseguir.
Luego
viene lo del dolor, y aquí hay que reconocer que no todas las personas son
igual de sensibles al dolor ni todas tienen el mismo aguante, pero las
intervenciones del dentista siempre implican dolor… salvo que use anestesia;
pero en este último caso, una vez pasada la anestesia el dolor aparecerá aunque
no siempre con la misma intensidad, dependiendo de lo que te hayan hecho y de
cómo aguantes tú el dolor.
En
definitiva, tienes derecho a que no te duela y estés cómodo, pero –como puedes
comprender y como puedes comprobar cuando vayas al dentista- ambas cosas son
imposibles.
En
todo caso, podrían haber puesto algo más lógico y razonable como “el dentista
procurará que la intervención sea lo más llevadera posible para el paciente”.
Y
ya está, ya hemos completado la revisión de los 10 puntos de este Decálogo.
Pero ¿te crees que hemos acabado? Pues no, aún queda una sorpresa…
Anexo final.-
Deberes del paciente
“Si bien es fundamental que el paciente conozca y comprenda sus derechos como paciente, también es importante que cumpla una serie de deberes básicos, que van desde proporcionar información precisa y completa o seguir las instrucciones del dentista, a llegar a tiempo a las citas o comunicar cualquier problema o inquietud.
Así, de la misma manera que existe el derecho a recibir una atención de calidad, el paciente debe colaborar activamente en su propio cuidado. Esto implica proporcionar información precisa y completa sobre su salud y antecedentes médicos, ya que esto puede afectar significativamente al plan de tratamiento y a la eficacia del mismo. Además, debe seguir las recomendaciones de su dentista en términos de higiene oral y cumplir con los planes de tratamiento acordados.
También debe respetar las políticas de la consulta dental, como la de cancelar las citas con antelación si no puede asistir, y cumplir con los acuerdos financieros establecidos con la clínica”.
Comentario:
Ahí lo tienes. ¿Te creías que te ibas a ir de rositas? Pues no, tú, como paciente del dentista, tienes deberes. En primer lugar dar información completa sobre el estado de tu boca, antecedentes, etc., lo cual parece bastante lógico, pero aquí ya te lanzan una amenaza: Si no lo haces o lo haces mal o de forma incompleta, la culpa será tuya si algo sale mal.
Bueno, bueno, tampoco hay que enfadarse. Pero no bajan el tono. También vienen a decir que si vas al dentista es porque eres un necio y no has cuidado bien tu boca, porque tu obligación –según ellos “obligación” no “recomendación”- es que lleves una buena higiene dental y si no lo haces pagarás por ello (no sólo la factura del dentista, sino las consecuencias de ver deteriorada tu salud bucal).
Más lógico parece que te echen la bronca si no sigues las recomendaciones de tratamiento tras la intervención, porque es cierto que de no hacerlo sí que pueden surgir complicaciones.
Finalmente
volvemos al tema de la educación más elemental y es que te recuerdan que si vas
a faltar a una cita, que seas educado y avises antes. Esto, ya digo, no habría
que incluirlo en ningún Decálogo y ni siquiera habría que recordarlo porque es
algo básico de civismo y educación, al menos cuando yo estudiaba; ahora no sé
qué enseñarán a los niños.
Y para terminar con una sonrisa, el párrafo final hace referencia al objetivo principal de los dentistas en la actualidad: No te olvides de pagar la factura.
Todavía existe el periodismo libre e independiente, aunque cada vez es más escaso…
“La salud desde otro punto de vista”: https://amzn.to/3N99mc3
“Todos los pacientes tienen derecho a ser tratados con dignidad y respeto. Esto significa que, independientemente de su edad, género, raza, origen étnico, religión, orientación sexual o cualquier otra característica, tiene derecho a ser tratado con igualdad y sin discriminación. El equipo odontológico debe siempre respetar sus preferencias personales, así como sus decisiones acerca de su atención”.
El que todos los pacientes tengan que ser tratados con “dignidad y respeto” no es algo propio de los pacientes que van al dentista, sino de todos los seres humanos vayan a donde vayan. Mal andamos cuando hay que andar pidiendo que se trate a los pacientes “con dignidad y respeto”, prueba de que algo se está haciendo mal, porque si ya se hiciese, si fuese norma general, no habría que incluirlo en un Decálogo.
“La intimidad es un derecho fundamental de los pacientes y, siempre que quiera, puede solicitar que en el gabinete dental solo haya las personas imprescindibles para llevar a cabo con éxito el procedimiento odontológico indicado. Todo el personal de la clínica dental tiene la obligación de respetar su privacidad.
Confidencialidad y protección de datos: Se debe guardar la confidencialidad de la información personal y médica del paciente, de forma que no puede ser compartida con terceros sin su consentimiento, a menos que sea necesario para tu tratamiento o esté requerido por la ley. La historia clínica y demás actividades que se llevan a cabo en la consulta dental deben respetar unas medidas de seguridad mínimas, garantizadas por empresas de protección de datos que las clínicas odontológicas están obligadas a contratar. En este sentido, tanto el equipo odontológico como el paciente deben interesarse también por la manera en que las nuevas tecnologías que se utilizan en la consulta gestionan los datos de los pacientes”.
Se dice que tu boca abierta cuando te están revisando o arreglando la dentadura no es un espectáculo y por tanto tienes derecho a exigir que sólo esté allí el personal necesario (normalmente el dentista y un auxiliar. La verdad es que esto es de Perogrullo porque toda la vida ha sido así sin necesidad de incluirlo en un decálogo. ¿O es que ahora lo hacen para que si no protestas puedan estar mirando otros colegas o estudiantes para aprender? Total, que tendrás que estar atento para que cuando te sientes en el sillón aquello no se convierta en el camarote de los Marx.
“El paciente debe ser informado, siempre que sea posible, de cancelaciones y, en la medida de lo posible, se debe respetar el horario previsto de la consulta; la puntualidad en la atención debe ser una premisa esencial en la atención odontológica, salvo imprevistos y demoras justificadas por complicaciones derivadas de la práctica odontológica.
Situaciones de urgencia: A pesar de que la Odontología suele ser de carácter privado, el dentista y su equipo tienen la obligación de atender situaciones de emergencia y urgencia vital de forma incondicional. El paciente debe tener acceso a servicios de emergencia si es necesario”.
Este punto va de la más elemental educación. Te dicen que si tienen que retrasar, cambiar la fecha o cancelar tu cita, los dentistas tienen la obligación de avisarte. Bueno, los dentistas y cualquier persona educada de cualquier negocio y en cualquier situación. Si cuando quedas con tus amigos para ir de copas y te vas a retrasar o no puedes ir, les avisas, ¿cómo no va a tener que avisarte el dentista de que tu cita cambia de hora o de fecha? Esto que incluyen aquí no tiene nada que ver con los dentistas ni con los pacientes, sino con la más elemental educación que cuando éramos niños nos enseñaban en la escuela (ahora ya no sé qué les enseñarán, porque a la vista de esto me surgen dudas).
“El paciente tiene el derecho a escoger libremente a su dentista. Esto incluye el derecho a buscar una segunda opinión si tiene dudas sobre el diagnóstico o tratamiento recomendado por su dentista. Igualmente, posee el derecho de cambiar de dentista si no está satisfecho con la atención recibida”.
Esto tiene tela. Te viene a decir que nadie puede obligarte a que vayas a un dentista concreto, sino que tú puedes elegir al que quieras. Parece elemental, algo lógico puesto que la Medicina todavía no se ha convertido en una dictadura; sin embargo hay matices que siembran la inquietud…
“El paciente puede aceptar o rechazar un tratamiento recomendado. Antes de empezar cualquier tratamiento, el dentista debe explicarle claramente lo que implica, incluyendo los riesgos y beneficios, y obtener tu consentimiento.
El paciente debe tener un dentista asignado como interlocutor en clínicas con varios dentistas; además, no debe resignarse a ser atendido por una persona de recepción o por un comercial en cuestiones que tengan que ver con el tratamiento”.
¡Sólo faltaba eso! ¡Que no pudieras decir “No” a lo que te diga el dentista! ¡Por supuesto que aún tenemos la libertad de decir al dentista que no queremos hacernos ese tratamiento! ¿En qué dictadura se creen que estamos viviendo?
“Una vez recibida una información suficiente, veraz y razonable acerca del diagnóstico y alternativas de tratamiento, el paciente tiene derecho a tomarse un tiempo para decidir cómo quiere proceder. El derecho al consentimiento significa que puede decidir si desea proceder con un tratamiento recomendado después de haber recibido asesoramiento. El dentista debe obtener el consentimiento antes de proceder con cualquier tratamiento.
El consentimiento informado será, en general, verbal; en caso de intervenciones quirúrgicas o actos invasivos, se debe proporcionar además un documento escrito de consentimiento. Éste deberá entregarse con el tiempo suficiente para que pueda leerlo, evaluarlo y aceptarlo o no. Esta es la razón por la cual el consentimiento informado no se puede entregar en el mismo momento en el que se va a realizar la intervención”.
El “Consentimiento” viene a decir, ni más ni menos, que el paciente es dueño de cuerpo y tiene la potestad de decidir si quiere que le hagan cualquier intervención o no. Que yo sepa, esto no es ninguna novedad sino algo plenamente asumido por la sociedad; hasta a las mujeres se les reconoce el derecho a su cuerpo para abortar y eliminar cualquier cuerpo extraño que lleven dentro y eso que esos cuerpos tienen vida. Por lo tanto este punto no nos dice nada nuevo ni nada que sea exclusivo de los dentistas.
“Si cambia de dentista, el paciente tiene derecho a una transición suave y a la continuidad de la atención, lo que implica que el nuevo dentista deber poder acceder a su historial médico completo y continuar con la atención donde lo dejó el equipo odontológico anterior”.
El Código Deontológico de los médicos reconoce que el historial médico pertenece al paciente y por lo tanto el paciente no sólo debe tener acceso a él, sino que además debe decidir a quién se lo deja ver. En el caso que aquí nos ocupa, ese historial médico se olvida de su legítimo propietario, el paciente, y se dice que son los médicos quienes deben manejarlo y cederlo a otro dentista si es que el paciente decide cambiar de profesional de la odontología o de clínica odontológica. Es más un aviso a los médicos para que no se apropien del historial y lo cedan a quien corresponda, que un reconocimiento de quién es su legítimo dueño.
“El paciente tiene derecho a recibir atención de alta calidad, independientemente de la clínica dental a la que acuda, de forma que el personal de la clínica dental debe estar debidamente calificado y capacitado, y la clínica debe cumplir con las normas y regulaciones de seguridad y salud.
El equipo odontológico no debe realizar tratamientos para los que no está preparado, y se deben cuidar las instalaciones, los protocolos y los tratamientos para que sean seguros”.
Este punto dice que tienes derecho a recibir atención sanitaria de alta calidad independientemente del dentista o clínica a la que acudas, pero es evidente que no todas las clínicas ni odontólogos tienen la misma calidad y los hay unos mejores que otros como en cualquier otra profesión. Así que lo de “alta” sobra, bastaría decir que tienes derecho a recibir atención sanitaria de calidad, tal como corresponde a un buen profesional y a una buena clínica.
“El paciente odontológico tiene derecho a ser informado sobre cualquier cambio en el plan de tratamiento y a participar en la toma de decisiones sobre su atención”.
Viene a decirte que si te están haciendo un cambio en la boca y sobre la marcha consideran que hay que modificar los planes iniciales, te lo deben decir para que lo sepas. ¡Toma ya! ¿Desde cuándo un profesional del gremio que sea puede cambiar de planes sobre la marcha y hacer lo que le dé la gana sin consultar con el cliente? Pues por lo que se ve, debía ser frecuente que algunos dentistas no informasen a los pacientes de esos cambios de planes, y por eso en este decálogo les recuerdan que sí que se lo deben decir al paciente. Sin embargo, nada aclara de la forma en que debe comunicar esos cambios de planes que debería ser por escrito, con explicación clara y detallada de los motivo y de sus repercusiones no sólo sanitarias y estéticas sino también económicas, y dejando tiempo para que el paciente lo analizase y diese finalmente o no su autorización a ese cambio.
“Los pacientes tienen derecho a recibir una atención sin dolor y cómoda”.
Este último derecho realmente es imposible de cumplir puesto que las intervenciones odontológicas siempre implican dolor e incomodidad. Incomodidad porque es evidente que no resulta cómodo estar tumbado, con la boca abierta, una potente luz en los ojos, y un aspirador de agua y saliva enganchado a la comisura de los labios cual anzuelo de pesca, mientras el dentista te lanza chorros de agua y usa el torno o lo que sea menester. Vamos, que lo de “cómodo”, por muy blandito que sea el sillón, es imposible de conseguir.
“Si bien es fundamental que el paciente conozca y comprenda sus derechos como paciente, también es importante que cumpla una serie de deberes básicos, que van desde proporcionar información precisa y completa o seguir las instrucciones del dentista, a llegar a tiempo a las citas o comunicar cualquier problema o inquietud.
Así, de la misma manera que existe el derecho a recibir una atención de calidad, el paciente debe colaborar activamente en su propio cuidado. Esto implica proporcionar información precisa y completa sobre su salud y antecedentes médicos, ya que esto puede afectar significativamente al plan de tratamiento y a la eficacia del mismo. Además, debe seguir las recomendaciones de su dentista en términos de higiene oral y cumplir con los planes de tratamiento acordados.
También debe respetar las políticas de la consulta dental, como la de cancelar las citas con antelación si no puede asistir, y cumplir con los acuerdos financieros establecidos con la clínica”.
Ahí lo tienes. ¿Te creías que te ibas a ir de rositas? Pues no, tú, como paciente del dentista, tienes deberes. En primer lugar dar información completa sobre el estado de tu boca, antecedentes, etc., lo cual parece bastante lógico, pero aquí ya te lanzan una amenaza: Si no lo haces o lo haces mal o de forma incompleta, la culpa será tuya si algo sale mal.
Bueno, bueno, tampoco hay que enfadarse. Pero no bajan el tono. También vienen a decir que si vas al dentista es porque eres un necio y no has cuidado bien tu boca, porque tu obligación –según ellos “obligación” no “recomendación”- es que lleves una buena higiene dental y si no lo haces pagarás por ello (no sólo la factura del dentista, sino las consecuencias de ver deteriorada tu salud bucal).
Más lógico parece que te echen la bronca si no sigues las recomendaciones de tratamiento tras la intervención, porque es cierto que de no hacerlo sí que pueden surgir complicaciones.
Y para terminar con una sonrisa, el párrafo final hace referencia al objetivo principal de los dentistas en la actualidad: No te olvides de pagar la factura.
Todavía existe el periodismo libre e independiente, aunque cada vez es más escaso…
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