miércoles, 28 de junio de 2023

Un mundo de gilipollas

(AZprensa) Pero ¿hasta qué extremos estamos llegando? El sobreproteccionismo de los ciudadanos promovido por el Estado está creando un mundo de gilipollas (según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra significa “necio o estúpido”). Los ciudadanos se están acostumbrando a que el Estado les diga lo que tienen que comer; cómo deben protegerse del calor; cómo deben ahorrar en esa energía (gas o eléctrica) que es el propio Estado el que cada día la pone más cara; qué palabras no se pueden decir (por ejemplo: “negro”); qué es lo que socialmente está bien o mal, independientemente de que hace unos años fuese de otra manera; y en definitiva hasta nos dicen lo que tenemos que pensar.
 
Y este es un punto peculiar de reflexión. A ti pueden obligarte a comportarte de una cierta manera porque si no te caerá una multa, pero es imposible que puedan obligarte a pensar de una determinada manera… salvo que te laven el cerebro. Y esto último es precisamente lo que vienen haciendo desde hace unos años las élites que gobiernan el mundo a través de sus lameculos medios de comunicación, en donde los periodistas (que antes eran “notarios de la actualidad”) se han convertido es lacayos del poder y no hacen sino propagar las ideas que les ordenan sus superiores.
 
A todos los que razonan por su cuenta y ese razonamiento les lleva a poner en entredicho la “verdad oficial” se les tacha de negacionistas, revolucionarios, indocumentados (aunque aporten mucha más documentación que la poca o nula que aportan los poderes públicos para justificar sus decisiones)… A la mayoría se les ridiculiza, a otros se les silencia a través de la más brutal censura jamás vista en las últimas décadas (hasta las redes sociales utilizan esa censura al servicio del poder), y a algunos hasta se les persigue… Sí, eso que acabas de leer: Se les persigue por sus ideas. ¿No es esto el más claro ejemplo de la más brutal dictadura que jamás hayamos padecido?
 
El resultado es que la población (la mayoría de las personas) se han vuelto gilipollas, y ven normal las estupideces que hacen, dicen y obligan, los poderes públicos. Y hoy voy a poner un ejemplo real. Estos son los hechos…
 
Parque público Don Quijote, en el distrito 2040 de Madrid. Paseo por allí y veo un área de juegos infantiles, con su clásica vallita de colores alrededor y dentro los habituales columpios, toboganes, etc. Pero me llama la atención que la entrada a ese recinto está precintada. Me acerco para ver cuál es el motivo. “Lo estarán arreglando”, me digo. “Irán a cambiar algunas instalaciones”, me vuelvo a decir. “Quizás van a pintar las vallas o a arreglar algún elemento defectuoso”, me vuelvo a decir… y ya no me digo más cosas porque he llegado hasta la altura de ese precinto y leo lo que pone en el cartel de “AVISO” situado en el mismo: “Cerrado. (Señal de peligro). Avispas”.
 
Inmediatamente miro alrededor y no veo ninguna avispa. Me fijo bien en todas las instalaciones y no veo ninguna avispa ni ningún nido de avispas. “¿Dónde está el peligro?”, me pregunto. Pero, como yo no soy gilipollas y todavía tengo la capacidad de razonar, me pregunto: “¿A cuento de qué viene precintar este parque? ¿Es que las avispas –de haberlas- sólo están dentro de este recinto y no atacan a nadie fuera de este recinto? Vamos, que si estás a un lado de la vallita, te pican, pero si estás al otro lado de la vallita, pues no te pican.
 
Pero no acaba aquí la cosa, no… Porque resulta que este letrero lo vi hace más de una semana. He vuelto a pasar varias veces por ahí y sigue tal cual, y veo a muchos niños jugando en el parque pero todos fuera de la valla… en realidad sólo he visto en una ocasión a una madre con su hijo pequeño que estaba dentro porque sin duda utilizó su cerebro y su capacidad de razonar. Pero, por desgracia, todos los demás estaban al otro lado de la vallita, así que son muchos los gilipollas que hay en este país.
 
La única explicación posible que se me ocurre para esta sinrazón, es que un día pasó por allí una avispa despistada y picó a un niño. La madre alarmada, posiblemente llamó al Ayuntamiento para decirle a gritos que a su hijo le había picado una avispa. Y los del Ayuntamiento acudieron raudos y veloces a precintar ese pequeño recinto, privando a sí a todos los niños de disfrutar de sus instalaciones.
 
Pero, vamos a ver. ¿Es que las avispas saben leer y les han ordenado que sólo pueden picar a los niños que estén dentro de ese pequeño recinto y que tienen prohibido picar a los que estén al otro lado de la vallita? ¿Es que las avispas van a obedecer esas órdenes?
 
Como la burocracia es tan lenta y la sobreprotección está alcanzando límites exagerados, el citado precinto ha permanecido ahí durante dos semanas. En todo este tiempo hemos podido ver muchos niños jugando al otro lado de la vallita. Y, desde luego, no hemos visto ninguna avispa. Aunque a decir verdad, casi las echo de menos porque si hubiese muchas y picasen a los ciudadanos, tal vez despertasen de su adormecimiento mental y se volviesen más avispados.
 

Así empezó la implantación de eso que ellos mismos han llamado “el nuevo orden mundial” que se resume en: “No tendrás nada y serás feliz” (porque todo lo tendrán ellos)…
“Diario del caos”: https://amzn.to/3eJqYd8

 

 

No hay comentarios: