Uno de los productos más singulares lanzados al mercado por
laboratorios Sideta fue el Dinatrofón, fármaco inyectable que reunía tres
hormonas, una masculina y dos femeninas sabiamente equilibradas para ayudar a
la regeneración de los tejidos y mejorar el estado general de los pacientes en
numerosísimas indicaciones:
3-propionil, 17 β-nicotiloil,
1,3,5(10)-estratrieno: 1,3 mg. β
17 β-undeciloil, 19-nor, 4-androsteno, 3-ona: 50 mg
17 ᾳ-heptiloil, 4 pregneno, 3,20-diona: 80 mg
El producto se
definía como “eutrófico tisular” ya que actuaba como histotrófico,
antiateromatoso y corrector de los balances metabólicos, y de hecho era capaz
de restablecer el equilibro trófico de todos los tejidos. La explicación es que
para construir tejido vivo no basta con aumentar la cantidad de materiales
plásticos disponibles; también es necesario que las células sean capaces de una
proliferación activa y que su lecho vascular vehiculice al máximo dichos
materiales (proteínas, electrolitos, sustancias minerales); en definitiva,
estamos hablando de potencial histotrófico.
Para demostrar la
eficacia de este fármaco que se presentaba en envase de tres ampollas para
inyección intramuscular (completamente indolora, por cierto) se incluían en la
literatura médica imágenes reales de casos concretos que mostraban visualmente
esa regeneración de los tejidos. Una de ellas era una úlcera trófica que, tras
seis inyecciones mostraba claramente el camino de la recuperación. Otra era
sobre la enfermedad de Perthes, mostrándose su aspecto inicial y dicho aspecto
tres meses después, observándose la normalización de la estructura, del
contorno y del volumen de la epífisis afectada.
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