No hace mucho estaba buscando fuentes de
información sobre un tema concreto y acudí a la web de dos laboratorios
farmacéuticos (Novo Nordisk y Boehringer-Ingelheim). En dichas web aparecía
–afortunadamente- la tan deseada sección “Sala de Prensa”. Hice ¡clik! y cuál
no sería mi sorpresa cuando vi que me pedían que me registrase para poder tener
acceso a sus contenidos. Pero, ¡vamos a ver! si resulta que los contenidos que
van a ver los periodistas son para hacerlos públicos ¿a cuento de qué viene
restringir el acceso a los mismos? ¡No pasa nada porque los vean otras
personas! Si a fin de cuentas, en el mejor y más deseable de los casos lo van a
leer en cualquier otro medio de comunicación, ¿no será mejor que puedan leerlo también
en la fuente original?
Si dicha área da acceso a los
profesionales a otros tipo de servicios “sólo para periodistas” como puede ser
un banco de imágenes, etc, puede ponerse el filtro sólo para eso pero nunca
llegar a estos extremos en que se dice textualmente “Solo podrá consultar las
Notas de prensa si se encuentra registrado en el Área de prensa”.
Esto significa que esos laboratorios no
quieren que un ciudadano cualquiera lea su nota de prensa, pero sí admiten que
la lea un periodista para que éste la retoque y cambie como le de la gana y sea
esa última versión sesgada del periodista la que finalmente lea el ciudadano.
(Como diría Mota: “Si es que son mu tontos”).
Evidentemente, no me registré (ni quería
perder tiempo ni quería tener que recordar otros nuevos password para el
futuro) y borré de la lista de fuentes de información a esas compañías. Por
desgracia ellas no son la excepción, sino la norma...
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