La ocupación de los receptores H1 cerebrales implicados en
el control vigilia-sueño por los antihistamínicos –algo común en los
antihistamínicos clásicos a excepción de la mequitazina- explica las
diferencias observadas en cuanto a la producción de somnolencia tras la
administración de estos medicamentos.
En el caso de Mircol (mequitazina) su nula afinidad por los
receptores H1 cerebrales demuestra que carece de efecto sedante y por
consiguiente se puede afirmar con rotundidad (y así se ha demostrado en los
estudios clínicos realizados y en los muchos años de experiencia con este
fármaco) que no produce somnolencia. Pero cuando decimos “nula afinidad” ¿a qué
nos referimos exactamente? Pues ni más ni menos que a unos porcentajes que
oscilan entre el cero por ciento y el siete por ciento; de ahí que Mircol, al
tener tan difícil alcanzar los receptores histaminérgicos H1 del cerebro y no
atravesar la barrera hemato encefálica, constituye una clara excepción entre
los antihistamínicos clásicos. De hecho, en los estudios clínicos realizados se
vio que para que se alcanzase una ocupación del 50% de estos receptores (lo
cual produciría la somnolencia típica de otros antihistamínicos) había que
administrar una dosis 10 veces superior a la dosis recomendada, algo a todas
luces innecesario y por supuesto no recomendable. Una sola cápsula cada 12
horas, es la dosis habitual con la que se consiguen todos sus beneficios
terapéuticos...
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