(AZprensa) Con la Agencia de Publicidad tienes un único
interlocutor y te ahorras todo ese trabajo, pero lógicamente la Agencia te
cobra (aunque no te lo diga o aunque lo niegue) un pequeño porcentaje de
beneficio en cada uno de esos pasos. Esto no es ninguna crítica hacia las
Agencias de Publicidad, ya que siempre he reconocido (en las buenas) su
eficacia y profesionalidad; pero si de lo que se trata es de aprovechar al
máximo el presupuesto de que dispones y tú mismo puedes encargarte de algunos
pasos, es evidente que te ahorras un dinero. En definitiva, si tienes los
conocimientos necesarios sobre este mundo, un pequeño equipo que te apoye, y
ganas de trabajar, puedes acometer directamente muchos pasos en la realización
de campañas publicitarias y dejar el apoyo de las agencias para momentos
puntuales. Pero en este repaso que estamos haciendo, recuerdo que aún había más
formas de sacar el máximo rendimiento al presupuesto…
Normalmente trabajaba con tres imprentas, pero siempre
daba opción a alguna nueva que –si los precios y calidad que me ofrecía eran
satisfactorios- pasaba formar parte de
la terna. Con alguna de las más habituales llegaba también a otro acuerdo: les
daba una estimación de la cantidad de folletos que podrían hacerme durante el
año, entonces ellos compraban todo el papel necesario que –al hacer el pedido
de golpe- salía más barato. Todo ese papel me lo guardaban en sus almacenes y
lo iban utilizando para mí. Esa previsión de consumo de papel que les daba,
siempre estaba algo por debajo de mi previsión real, porque no quería ni que
ellos saliesen perjudicados si luego les adjudicaba menos trabajo, ni salir yo
perjudicado al verme en cierto modo obligado moralmente a darles el trabajo por
haberles hecho cargar con ese pedido anticipado de papel.
Y aún había otra forma de ahorrar dinero con las
imprentas. Al trabajar de forma habitual con cuatro o cinco, de las cuales eran
tres las elegidas para concursar en cada proyecto, resulta que a final de año
cada una de ellas había conseguido con nosotros una facturación más o menos
importante. Con esos datos en la mano, les planteaba que si ellos se esmeraban,
ajustando bien sus presupuestos, yo podría incluirlas más veces en la terna y
ellas optar a más adjudicaciones, en cuyo caso podrían alcanzar una facturación
a final de año de tantas pesetas. Como eso supondría un aumento sobre lo
conseguido por ellos el año anterior, les sugería que podrían hacernos un
descuento adicional (un “rappel” de final de año), es decir, pagarnos una
cantidad por el superávit que ellos hubiesen conseguido sobre el año anterior.
Con este sistema todos ganábamos: ellos porque sólo nos pagarían esa cantidad
adicional en el caso de haber conseguido la concesión de más trabajos y por
consiguiente más dinero; nosotros porque además de mantener siempre unos
precios ajustados (y jugando con la ventaja de que cada año disponíamos de más
presupuesto y en consecuencia cada año hacíamos más cantidad de material
publicitario) recibíamos a final de año unos cheques que permitían que nuestro
gasto final en publicidad se ajustase lo más posible a lo presupuestado.
Este es un esbozo somero de cómo ahorraba a la hora de
realizar materiales impresos, pero había muchos otros medios y muchas otras
formas de ahorrar que incorporé…
“La verdad sólo es un punto de vista”:
No hay comentarios:
Publicar un comentario