jueves, 4 de agosto de 2022

Una máquina de trabajar

(AZprensa) Debo reconocer que yo era una “máquina” de trabajar y como prueba de ello reflejo a continuación las cifras que encontré en una dispositiva utilizada en una Convención de Ventas tan sólo un año después de haberme incorporado a esta empresa. 

En ella exponía todo lo que había hecho en esos seis primeros meses del año 1984. 

Las cifras hablan por sí solas:
 

Trabajo realizado en 6 meses

Incluye: Diseño de la campaña, selección de proveedores y…

34 Folletos

Creación, redacción, diseño, supervisión arte e impresión

15 Boletines Técnicos

Corrección textos, supervisión maquetación e impresión

23 Carteles

Creación, redacción, diseño, supervisión impresión

4 Octavillas

Creación, redacción, diseño, supervisión impresión

14 cartas

Redacción, diseño, supervisión impresión y envío

7 pegatinas

Supervisión impresión

15 anuncios prensa

Creación, redacción, supervisión arte

19 cuñas

Redacción y supervisión grabación

4 Audiovisuales

Creación, redacción y supervisión montaje y grabación sonido

7 megafonías

Redacción y supervisión grabación

3 Expositores Punto de Venta

Creación y supervisión diseño e impresión

54 Regalos publicitarios

Selección y supervisión grabación logotipos

14 Otros elementos

 

 
 
 
Como se puede apreciar, un total de 213 acciones publicitarias en sólo seis meses. Bien es cierto que algunas de ellas, como los regalos publicitarios sólo exigían atender a varios proveedores, elegir los regalos negociando el mejor precio posible y supervisar la grabación del logotipo del producto y/o de la empresa así como la entrega del material en los plazos convenidos. En el otro extremo situaríamos los folletos o los audiovisuales, que exigían no sólo la creación de concepto sino también la redacción, la selección del proveedor más adecuado tanto para la realización gráfica como luego para la impresión, y la supervisión de todo el proceso; aparte, claro está de las tareas burocráticas de pedir presupuesto y negociarlo, de realizar pedido y de hacer seguimiento de entrega, de facturación y de distribución.
 
Pero ninguna de esas acciones eran cosas aisladas e inconexas, todo lo contrario, formaban parte de campañas de publicidad bien orquestadas, en las que había que elegir los medios a utilizar, el presupuesto destinado a cada uno de ellos, el momento y duración de cada una de las acciones, la potenciación de unas acciones con otras, la estimación del público objetivo alcanzado, el seguimiento de las diferentes acciones de la campaña, y el grado de aceptación o éxito final de cada una de las acciones y de la campaña o promoción en sí.
 
Este ejemplo corresponde al primer semestre de 1984 pero como hemos podido ver en el cuadro anterior, fue en los años 1988 a 1991 cuando los presupuestos estuvieron en torno a los 200 millones de pesetas y el número de acciones (y la responsabilidad también) fueron muy superiores. Ahora bien, ni la carga de trabajo ni la responsabilidad pesó nuca sobre mí por una razón muy sencilla: disfrutaba con el trabajo que estaba haciendo y además estaba dando rienda suelta a toda mi creatividad y gozaba de suficiente libertad para llevar a buen término multitud de iniciativas.
 


“Arquitecto de emociones”: 

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