lunes, 8 de agosto de 2022

Cómo ahorrar en la Radio

(AZprensa) La Radio era algo que me apasionaba. Me encantaba escribir para la radio, aunque esos textos fuesen esas piezas mínimas de 20 ó 30 segundos que se llaman cuñas. Exigía algo muy importante como es la capacidad de síntesis, pero también la capacidad de captar de inmediato la atención y el interés del oyente. En la mayoría de las empresas, el responsable de Publicidad le da sus ideas a la Agencia de Publicidad y esta se encarga de todo; en mi caso no. Era yo mismo quien escribía los textos y los adaptaba a la duración que hubiese previsto inicialmente. Después me iba a un estudio de grabación y elegía qué locutor quería para grabar el anuncio, en función del tono que le hubiese dado al texto y al mensaje. Co-dirigía la sesión de grabación, dando las instrucciones precisas tanto al técnico de sonido como al locutor, y normalmente elegía locutores de primer nivel, porque una cosa es ahorrar y otra muy distinta hacer materiales de mala calidad. Ahorraba, pues, al involucrarme directamente en todos los procesos de realización de los materiales y piezas publicitarias, pero mantenía siempre una calidad óptima en todos los procesos. Prueba de ello es que, por ejemplo, mis locutores preferidos eran Elías Rodríguez y Primitivo Rojas. El primero era una de las voces más conocidas y su habilidad llegaba a tal extremo que si por ejemplo en un primer intento había leído el texto de la cuña en 21 segundos, yo le pedía que la bajase un segundo para dejarla en 20 segundos… ¡y lo conseguía de inmediato! El segundo locutor que he citado también era muy conocido, sobre todo porque era la voz en off de aquél concurso de televisión tan famoso que se llamaba “El precio justo” y que en 2021 se volvió a emitir, con otros profesionales y ya sin tanto éxito. ¡Ah! Y por lo que se refiere al estudio de grabación, era siempre el mismo porque se trataba de un “artesano” de primerísima calidad, Carlos Infante, y como él mismo era su estudio al completo, no tenía que soportar grandes gastos ni pagar sueldos a los empleados, y eso se traducía en precios más bajos. Y si hablamos de audiovisuales (y hacíamos muchísimos) el proceso era exactamente el mismo.
 


“Médico, periodista y poeta”: 

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