lunes, 1 de agosto de 2022

El despegue de la publicidad médica

(AZprensa) Yo había estudiado la carrera de Publicidad y, dentro de ella, la creatividad y la redacción eran mi especialidad. Como había crecido rodeado de medicamentos (no es que estuviese enfermo, es que mi padre era farmacéutico) pensé que dedicarme a la publicidad en un laboratorio farmacéutico sería una buena opción (a la farmacia llegaban constantemente folletos de los Visitadores Médicos y yo me veía capaz de hacerlos mucho mejor). Por eso mi primer trabajo fue en el ya desaparecido laboratorio Latino-Syntex (antes conocido como Instituto Farmacológico Latino), un importante laboratorio (número 10 del ranking) con productos tan conocidos como la gama de vitaminas liderada por Cecrisina (vitamina C), la gama de productos dermatológicos Synalar, la gama de antiinflamatorios de la línea Tantum, el antipsicótico Haloperidol, el corticoide Cortidene, etc.
 
Allí empecé como Jefe de Producto y al poco me ascendieron a Jefe de Promoción. Mi responsabilidad era la de realizar (textos e ideas gráficas) todos los folletos del laboratorio, además de formar a la red de Visitadores Médicos para que supieran sacar el máximo partido a ese material. Cuando a los seis años este laboratorio se trasladó a Barcelona, opté por quedarme en Madrid y encontré trabajo como Redactor en una agencia de publicidad, Acento, pero me di cuenta que aquello no era lo mío; escribir textos para folletos de Carrefour o de agua mineral Veri no me hacía sentirme realizado profesionalmente. A los quince días de haber empezado a trabajar allí ya estaba buscando otro trabajo y lo encontré muy pronto. Mi experiencia en Acento sólo fue de cinco meses y al sexto fiché por el laboratorio farmacéutico Bristol Myers, otro importante laboratorio farmacéutico, en donde me ofrecieron un puesto acorde con lo que me gustaba: Gerente de Promoción. Mi responsabilidad era la misma que en Latino-Syntex, preparar toda la publicidad y formar a la red de Visitadores Médicos.
 
Por casualidades de la vida, un día me llamó el antiguo director general de Latino-Syntex y mantuvimos una entrañable conversación añorando los viejos tiempos y se me escapó algo así como “pues cuando quieras ya sabes dónde me tienes”. Y como él se acababa de incorporar como director general a otro laboratorio farmacéutico, Sideta, pocas semanas después me llamó y me hizo una oferta para que me fuese a trabajar con él.
 


“Memorias de un Dircom”: 

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