(AZprensa) Yo había estudiado la carrera de Publicidad y,
dentro de ella, la creatividad y la redacción eran mi especialidad. Como había
crecido rodeado de medicamentos (no es que estuviese enfermo, es que mi padre
era farmacéutico) pensé que dedicarme a la publicidad en un laboratorio
farmacéutico sería una buena opción (a la farmacia llegaban constantemente
folletos de los Visitadores Médicos y yo me veía capaz de hacerlos mucho
mejor). Por eso mi primer trabajo fue en el ya desaparecido laboratorio
Latino-Syntex (antes conocido como Instituto Farmacológico Latino), un
importante laboratorio (número 10 del ranking) con productos tan conocidos como
la gama de vitaminas liderada por Cecrisina (vitamina C), la gama de productos
dermatológicos Synalar, la gama de antiinflamatorios de la línea Tantum, el
antipsicótico Haloperidol, el corticoide Cortidene, etc.
Allí empecé como Jefe de Producto y al poco me
ascendieron a Jefe de Promoción. Mi responsabilidad era la de realizar (textos
e ideas gráficas) todos los folletos del laboratorio, además de formar a la red
de Visitadores Médicos para que supieran sacar el máximo partido a ese
material. Cuando a los seis años este laboratorio se trasladó a Barcelona, opté
por quedarme en Madrid y encontré trabajo como Redactor en una agencia de
publicidad, Acento, pero me di cuenta que aquello no era lo mío; escribir
textos para folletos de Carrefour o de agua mineral Veri no me hacía sentirme
realizado profesionalmente. A los quince días de haber empezado a trabajar allí
ya estaba buscando otro trabajo y lo encontré muy pronto. Mi experiencia en
Acento sólo fue de cinco meses y al sexto fiché por el laboratorio farmacéutico
Bristol Myers, otro importante laboratorio farmacéutico, en donde me ofrecieron
un puesto acorde con lo que me gustaba: Gerente de Promoción. Mi
responsabilidad era la misma que en Latino-Syntex, preparar toda la publicidad
y formar a la red de Visitadores Médicos.
Por casualidades de la vida, un día me llamó el antiguo
director general de Latino-Syntex y mantuvimos una entrañable conversación
añorando los viejos tiempos y se me escapó algo así como “pues cuando quieras
ya sabes dónde me tienes”. Y como él se acababa de incorporar como director
general a otro laboratorio farmacéutico, Sideta, pocas semanas después me llamó
y me hizo una oferta para que me fuese a trabajar con él.
“Memorias de un Dircom”:
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