(AZprensa) El comunismo es a lo máximo que se puede aspirar en
el campo de la virtud. Porque comunismo es dar todo lo que se tiene y recibir
lo que se necesita. Prueba de ello es el comunismo que practicaron los primeros
cristianos. Los apóstoles recibían todo el dinero, bienes y propiedades de los
cristianos; el que tenía mucho lo daba todo y el que tenía poco, también.
Después, los apóstoles repartían esas riquezas entre todos, pero no a partes
iguales sino en función de las necesidades de cada uno. La familia con cuatro hijos
recibía más que el que estaba soltero; el que no podía valerse por sí mismo
recibía la ayuda necesaria mientras que esta no se daba a quien estaba sano y
en plenas facultades. Cada uno daba lo máximo y lo mejor de sí en el trabajo,
aunque supiese que lo que ganase no sería todo para él sino que se repartiría
entre sus hermanos. ¿Hay mayor ejemplo de generosidad? ¿Hay, pues, mayor
virtud? Ojalá el comunismo, el buen comunismo que practicaron aquellos primeros
cristianos, hubiera perdurado en el tiempo...
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