martes, 11 de marzo de 2025

¿Hay que felicitar por un ascenso?

(AZprensa) A lo largo de estos años he visto cómo un antiguo compañero del trabajo ha ido escalando puestos profesionales. Empezó como un simple mando intermedio para pasar después a una jefatura y más adelante a un puesto directivo. No acabó ahí la cosa. Salió de la empresa en la que había desarrollado su carrera para fichar por otra empresa de la competencia más importante aún y para un buen puesto directivo. Al cabo de un tiempo lo ascendieron a Director General de la compañía. En fin, que visto así todo el camino ha sido de éxito y merecidas felicitaciones, pero…
 
He aquí que hoy me entero que ya no es Director General de esa compañía sino que le han “ascendido” a un cargo superior a nivel internacional…en otro país europeo. ¿Hay que felicitarle por tal ascenso? Me surgen dudas.
 
Ese es en efecto un cargo más importante y con mejor salario, pero que le obliga a romper todos sus vínculos familiares ya que debe trasladarse a otro país. ¿Y la familia? ¿Y los amigos? ¿Y su vida cotidiana con sus aficiones y sus ratos de ocio y disfrute? ¿Y su conexión con el entorno social en donde ha crecido y se ha desarrollado? Todo eso salta por los aires para aterrizar (quién sabe si solo o acompañado de su núcleo familiar) como un expatriado. ¿Merecen la pena ese ascenso y ese sueldo?
 
Quizás cuando una persona es soltera y el ascenso es para trabajar en lo que más le gusta, un traslado a otro país es un premio y hay que felicitarle por ello. Pero cuando se tiene familia, casa, quizás hipoteca, familiares, amigos, entorno cercano, etc. el ascenso tiene un precio quizás demasiado alto.
 
¿Qué es más importante: Triunfar profesionalmente o triunfar en el plano personal y familiar? ¿Qué es más importante: Tener un cargo directivo por el que te pagan mucho dinero o tener un puesto de trabajo más bajo pero haciendo aquello que más te gusta?
 
Me decía una antigua compañera de trabajo cómo se sorprendían sus amigas cuando les contaba que iba contenta a trabajar porque se lo pasaba muy bien, porque disfrutaba haciendo ese trabajo y encima le pagaban por ello. ¿No es esto la verdadera felicidad: Disfrutar haciendo el trabajo que más te gusta y que te paguen por ello?
 
Porque cuando te han arrancado de tu entorno ¿qué te espera después, al salir cada día de tu trabajo? ¿Una habitación de hotel en un país extranjero? ¿Un apartamento vacío en otra ciudad? Tú solo allí sin ningún ser querido a tu lado o habiendo arrastrado hasta allí a tus seres queridos arrancándolos de su entorno.
 
Por muy importante que sea el cargo, por muy alto que sea el salario, llega un momento en que el ascenso no es un premio sino un castigo.
 

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