(AZprensa)
Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado una tecnología que permite
detectar desde el aire olivos infectados por la bacteria Xylella fastidiosa
antes de que muestren síntomas perceptibles visualmente. Mediante cámaras
hiperespectrales y térmicas colocadas en aviones, los investigadores evaluaron
más de 7.000 olivos durante dos años en una zona del sur de Italia afectada por
la bacteria y obtuvieron una fiabilidad en el diagnóstico del 80%.
“Desde
que el árbol se infecta hasta que muestra síntomas visuales pueden pasar entre
10 y 12 meses. Durante este tiempo el árbol está aparentemente sano pero los
insectos se alimentan de él y pueden propagar la bacteria a árboles sanos. Por
eso la detección temprana es esencial para su erradicación”, explica el
investigador del CSIC Juan Antonio Navas, del Instituto de Agricultura
Sostenible, en Córdoba.
La
bacteria Xylella fastidiosa causa enfermedades incurables en más de 350 especies
de plantas, algunas de ellas con alto valor económico para la producción
agrícola, como el olivo. Originaria del continente americano, en los últimos
años se ha constatado su presencia en diferentes puntos de Europa y Asia, lo
que, según los expertos, confiere a esta bacteria un potencial de amenaza
global para la agricultura.
La
primera detección de esta bacteria en España se produjo en noviembre de 2016 en
un centro de jardinería de Mallorca y posteriormente se ha comprobado su
presencia en gran parte de esta isla, así como en Ibiza, donde ha afectado a
cultivos como el almendro, la vid y el olivo y diversas especies típicas de la
flora mediterránea. En la España continental, desde junio de 2017 está presente
en la provincia de Alicante, donde ha afectado solo al almendro, y más
recientemente, en abril de este año, se ha detectado también en un olivar de la
Comunidad de Madrid y en una planta ornamental de un invernadero en la
provincia de Almería.
“Aunque
un árbol parezca sano, desde que comienza la infección se producen cambios
fisiológicos que originan una reducción de su tasa fotosintética y de su
transpiración. Lo que se produce es un taponamiento de los vasos del xilema, la
degradación de pigmentos fotosintéticos, como la clorofila, así como cambios en
la concentración relativa de otros pigmentos como las xantofilas, carotenos y
antocianinas. Además, se produce una reducción paulatina de la fluorescencia
clorofílica que es potencialmente detectable mediante técnicas de teledetección
hiperespectral”, añade el investigador Pablo Zarco-Tejada, del Joint Research
Centre de la Comisión Europea.
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