sábado, 2 de junio de 2018

Las plantas son capaces de reconocer a sus familiares


(AZprensa) Por extraño que parezca, las plantas son capaces de reconocer si las plantas vecinas son de su misma especie o no lo son. Así lo ha demostrado un trabajo liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en la revista “Nature Communications”, en el que se afirma que las plantas son capaces de reconocer la identidad genética de sus vecinas y ajustar la floración a las características del grupo. Por consiguiente, la floración, que es clave en la reproducción vegetal, depende del ambiente social en el que crecen las plantas.

Los investigadores cultivaron miles de semillas de la planta ibérica Moricandia moricandioides, en grupos experimentales en un invernadero de la Universidad de Lausana (Suiza). Esta especie tiene una dependencia completa de los polinizadores para su reproducción. Para atraerlos, utiliza flores con pétalos llamativos de color púrpura. “Básicamente, forzamos a las plantas a crecer en macetas rodeadas de sus hermanas, mientras que otras crecieron rodeadas de una muestra aleatoria de plantas procedentes de la misma población”, explica el investigador Rubén Torices.

Según los resultados del estudio, que demuestra que las plantas no se muestran pasivas a su ambiente social, el aumento de la floración cuando una planta crece con sus hermanas sugiere que podrían estar cooperando con sus familiares para atraer más polinizadores, ya que un mayor número de flores y flores más atractivas favorecen que esto se produzca.

Hasta ahora, esta estrategia reproductiva moldeada por la selección de parentesco o familiar había sido demostrada en animales, pero nunca en las plantas. “Lo más novedoso de nuestro trabajo es que hemos observado que las plantas que crecen rodeadas de sus hermanas producen más flores y flores más atractivas que aquellas que se rodearon de plantas extrañas, no emparentadas genéticamente”, resalta este investigador.

Este es un paso más que nos demuestra lo poco que conocemos de nuestro propio mundo. Sin ir más lejos, otros trabajos recientes han demostrado –por ejemplo- que las plantas pueden detectar qué microorganismos son patógenos y cuáles son inofensivos, o cómo las raíces establecen relaciones colaborativas complejas con algunos microorganismos y hongos del suelo.

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