(AZprensa)
La esquizofrenia es una de las enfermedades mentales más prevalentes en nuestra
sociedad, ya que se estima que afecta a una de cada cien personas. Esta
enfermedad tiene una evolución crónica y requiere un seguimiento continuado por
parte de los profesionales de la psiquiatría, lo que provoca que los
psiquiatras en nuestro país dediquen una gran parte de su tiempo a la atención
de estos enfermos.
El
enfermo con esquizofrenia requiere visitas periódicas para el control de la
medicación y sus efectos secundarios; así como orientación (tanto a él como a
su familia) sobre la forma en que se debe afrontar la enfermedad y las alteraciones
de conducta que genera. En numerosas ocasiones es necesaria la implantación de
actividades de tipo rehabilitador, a fin de lograr la integración social de
estos enfermos.
Por
otro lado la esquizofrenia tiene distintas vertientes de investigación que
están generando un amplio caudal de conocimientos, muchos de ellos de indudable
utilidad y aplicación clínica. La investigación psicofarmacológica está
produciendo nuevos fármacos cada vez más eficaces y con menores efectos
secundarios. La neuropsicología ha detectado deficiencias sutiles en la
capacidad que estos enfermos tiene para procesar información, lo que está
empezando a servir para predecir el funcionamiento psicosocial a todos los
niveles.
Se
están descubriendo nuevos sistemas de neurotransmisión que tienen una gran
trascendencia en el origen de la enfermedad y que van más allá de lo que se
había descrito tradicionalmente como una disfunción dopaminérgica. Las técnicas
de neuroimagen están aumentando su capacidad de resolución y no es descabellado
pensar que en un futuro inmediato podrán aplicarse como herramientas
diagnósticas con una sensibilidad y especificidad aceptables.
La
genética molecular ha permitido describir la estructura tridimiensional de los
receptores y segundo mensajeros empleados en la enfermedad, así como el efecto
de los antipsicóticos; al tiempo que los estudios genéticos van permitiendo
predecir la respuesta a los distintos fármacos.
La
neurofisiología está desarrollando nuevas técnicas con una alta resolución
espacial que, en unión con otras técnicas de neuroimagen estática, permiten
detectar las zonas de actividad de las principales alteraciones
psicopatológicas relacionadas con la enfermedad.
El
psiquiatra clínico que ejerce su profesión sin poder disponer de todos los
recursos asistenciales necesarios, sobre todo de tipo rehabilitador, se ve
dificultado a la hora de acceder al amplio caudal de conocimiento de
investigación que se están generando en esta área específica y que son de gran
utilidad para su práctica clínica.
La
investigación en este área, junto con la colaboración que las compañías
farmacéuticas ofrecen a los especialistas, revierte en una mejor atención para
estos enfermos que, gracias a los nuevos fármacos que se están descubriendo,
van a poder cumplir su objetivo de vivir una vida lo más normal posible.
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