(AZprensa)
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa, crónica e invalidante que
afecta a más de 160.000 familias en España y de la que se estima que 10% de los
afectados presenta la enfermedad en estadios avanzados. Se trata de una
patología compleja que cursa síntomas motores (temblor, rigidez, dificultad
para caminar) y no motores (alteraciones del sueño, deterioro cognitivo,
pérdida de equilibro) y que suelen aumentar en número y gravedad con la
progresión de la enfermedad, lo que genera serias dificultades en la vida
cotidiana de las personas con párkinson y sus cuidadores.
Entre
los factores definitorios de la enfermedad de Parkinson avanzado se encuentra
la presencia de fluctuaciones motoras con un tiempo de vigilia en OFF del 25%,
con limitación para hacer actividades, disfagia severa, requerimiento de ayuda
para las actividades de la vida diaria y caídas recurrentes, y trastornos como
la demencia. “El manejo de la enfermedad de Parkinson supone siempre un reto
para el neurólogo, primero por conseguir un adecuado control sintomático y en
segundo término porque la elección del tratamiento puede condicionar o prevenir
problemas en el futuro, y requiere por tanto de una importante especialización”,
ha destacado el Dr. Juan Carlos Martínez-Castrillo, del Hospital Ramón y Cajal
de Madrid
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