(AZprensa) La Poesía puede compararse con acierto con
la Escultura. Si esta última utiliza el cincel y el martillo para ir
descubriendo lo que anidaba en la imaginación del artista, la Poesía utiliza la
pluma y el papel (el teclado y la pantalla del ordenador) para mostrar a los
demás esas imágenes y sensaciones de su inspiración.
Por eso en este poema no
me defino como “Poeta” sino como “Escultor de palabras”:
Escultor de la belleza soy
cuando contemplo tu imagen
y mi lápiz cual cincel
hace saltar esquirlas de sentimientos,
hasta dejar tu esencia en estos versos
que sólo son para ti y que un día
se los llevará lejos el viento.
Palabras son y como hojas vuelan
al firmamento de tu mirada,
atraídos por la fuerza de lo incierto,
del misterio de unos ojos
que una tarde me miraron
desde lejos.
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