miércoles, 28 de marzo de 2018

Neptuno, el viento veloz


(AZprensa) En los confines de nuestro sistema solar, sólo superado por Plutón (que no cuenta con unanimidad a la hora de considerarlo o no como planeta), se encuentra Neptuno, a una distancia de 4.500 millones de kilómetros del Sol y 4.350 millones de kilómetros de la Tierra. Es el cuarto planeta más grande, con un diámetro de 49.572 Km. y es el tercero más denso.

La inclinación de su eje es de 1,7º y su órbita es muy excéntrica, tanto que en el año 1979 sobrepasó la órbita de Plutón durante 20 años, algo que no volverá a suceder hasta el siglo XXIII. Su órbita alrededor del Sol le supone 164 años y 288 días, aunque el día allí es mucho más corto que en la Tierra, sólo 16 horas y 6 minutos. El enorme recorrido de su órbita hace que las estaciones duren 40 años cada una. Tiene 14 satélites y un sistema de 9 anillos, más delgados y por consiguiente menos visibles que los de los otros planetas que los poseen, ya que además están formados por un material menos reflectante. Es el planeta de nuestro sistema solar menos visitado por las sondas espaciales.

La gravedad en Neptuno es algo superior a la de nuestro planeta; 100 Kg. en la Tierra pesarían 113,3 Kg. en Neptuno. Es, por otra parte, uno de los planetas más fríos, con una temperatura que se mantiene a -220º C todo el año. Esta temperatura es similar a la de Urano, a pesar de encontrarse mucho más lejos del Sol que aquél; baste decir que Neptuno está 1.630 millones de Km. más lejos del Sol que Urano, es decir, entre Urano y Neptuno hay casi la misma distancia una distancia que entre el Sol y Saturno. La razón de que no esté más frío es desconocida, aunque se cree que tiene una fuente de calor interna.

Neptuno tiene una atmósfera de hidrógeno (84%) y helio (12%)  pero, a diferencia de Júpiter y Saturno, también tiene metano (2%)  y diversos hidrocarburos. Las nubes de metano (como en Urano) absorben el rojo y dan un color azul verdoso a la capa nubosa visible de este planeta. Estas capas gaseosas de metano, agua y amoníaco, descienden primero en estado líquido y después, debido a la alta presión que deben soportar, se convierten en hielo. Para hacernos una idea de las presiones que se soportan en este planeta, diremos que a un 20% de distancia del núcleo, la presión en 100.000 veces mayor de la que tenemos en la Tierra.

El núcleo rocoso contiene sílice, níquel y hierro, mezclado en una masa caliente que se estima entre 1.700 y 4.700º C. Sobre este núcleo se sospecha que hay una capa de hidrógeno líquido y sobre él un manto formado por agua, amoniaco y metano congelados en parte. Sobre este manto hay una atmósfera compuesta por hidrógeno, helio y metano que supone entre el 5 y el 10% de la masa del planeta, y sobre esta una segunda capa de atmósfera en donde se encuentran numerosas nubes a una temperatura de –218º C. Curiosamente en el Polo Sur, la temperatura es más elevada, situándose en –190º C debido a la inclinación del eje del planeta que lo ha tenido más expuesto al Sol durante los últimos años.

Pero también resulta sorprendente que algunas mediciones de la termosfera (la capa inferior de la exosfera, cuyo equivalente en la Tierra sería la capa existente entre los 80 y 500 Km. de altitud) alcanza temperaturas de 476º C, algo difícil de explicar y que se supone puede deberse a la interacción de iones con el campo magnético y/o a ondas de gravedad que suben hacia estas capas altas de la atmósfera.

La meteorología en Neptuno es muy dinámica y los vientos de su atmósfera son más rápidos que en cualquier otro planeta, alcanzando los 2.000 kilómetros por hora, de velocidad, seguramente influidos por el contraste entre la fuente de calor interna y las nubes frías del exterior. Otra característica especial es que estas  nubes giran de forma retrógrada, es decir, en sentido contrario al de la rotación del planeta. A 50 Km. por encima de la capa azul de nubes, se distinguen en su superficie algunas nubes blancas, similares a los cirros terrestres, pero que aquí están compuestas por cristales de metano. Estas nubes tienen una anchura que puede oscilar entre los 50 y 200 Km. de anchura y algunas de ellas dan la vuelta completa al planeta en sólo 16 horas

Al igual que Júpiter, Neptuno tiene también algunas manchas, sólo que aquí aparecen y desaparecen, por lo que debe tratarse de agujeros en su atmósfera, con vientos de 2.000 Km. (las velocidades más altas detectadas en nuestro sistema solar) formando un sistema gigantesco de tormentas, alguno de ellos del tamaño de nuestro propio planeta. En cuanto a su color, refleja un azul intenso por la cantidad de helio que contiene, divisándose sobre su superficie las nubes y tormentas que reflejan una metereología muy dinámica.

Si bien no está comprobado, hay algunas teorías curiosas respecto a Neptuno y, aun siendo diferentes, las dos coinciden en señalar la posible abundancia de diamantes. En un caso se especula con que en las profundidades del planeta (a 7.000 Km. de profundidad) debido a las elevadas presiones, el metano se descomponga en cristales de diamante que van cayendo al interior. En otro caso, se habla de que a esas profundidades son los átomos de carbono los que se combinen en cristales generando calor en ese proceso y dando como resultado una auténtica lluvia de diamantes. ¿Será verdad? En cualquier caso queda fuera de toda posibilidad hacerse con ellos.

Al igual que Júpiter, Saturno y Urano, Neptuno también tiene anillos, en este caso más parecidos a los de Júpiter pero más delgados y oscuros. Hay tres de ellos claramente visibles, situados a 63.000 Km. el más exterior, a 53.000 Km. el intermedio y a 42.000 Km. el más interior y más ancho, pero hay muchos otros anillos mucho más pequeños y una gran lámina muy fina de material que se extiende hacia el interior.

No hay comentarios: