(AZprensa) Se han cumplido veinte años desde que se
pusiese en marcha la iniciativa SIGRE para reciclar medicamentos y que todos
esos envases cuyo contenido no llegó a terminarse se recicle de una forma
segura en vez de mezclarlos con la basura normal, evitando así su impacto
perjudicial sobre el medio ambiente.
Según una encuesta reciente, el 90 por ciento de los
hogares españoles está familiarizado con ese punto de recogida de envases de
medicamentos que está situado en un lugar bien visible de las 22.000 farmacias
que colaboran en esta tarea. Preguntando a los ciudadanos, todos consideran que
esta es una buena iniciativa y eso refuerza la buena imagen que tienen las
farmacias ante la opinión pública. Pero si preguntamos a esos mismos ciudadanos
quién paga el coste de todo eso (recogida, traslado y eliminación segura) dirán
que las farmacias o que el Estado, o que el Ayuntamiento, o que… nadie sabe que
el coste de esta iniciativa lo pagan los laboratorios farmacéuticos,
concretamente 340 laboratorios que se apuntaron a este proyecto y que pagan en
función de los envases que venden (a más envases vendidos, más tienen que
pagar).
Las oficinas de farmacia juegan un papel importante, por
supuesto, ya que es allí donde pueden los ciudadanos depositar los envases,
pero esto no supone ningún desembolso económico para ellas, sólo el pequeño
trabajo de avisar cuando esté lleno el recipiente para que recojan su
contenido.
¿Y quién va a recogerlo? Ese es el otro gran ignorado:
las empresas de distribución farmacéutica que a través de 143 almacenes de toda
España, van recogiendo de las farmacias esos envases para enviarlos después al
centro SIGRE de reciclado. Para las empresas de distribución esto supone
trabajo adicional y un coste añadido, pero el ciudadano lo ignora y sigue pensando
que eso es sólo cosa de las farmacias.
Vemos así cómo quienes más dinero ponen en este proyecto
(los laboratorios farmacéuticos) no ven reconocida su contribución; cómo a
quienes más trabajan en este proceso, las empresas de distribución, no se les reconoce
ningún valor; y sólo las farmacias se llevan todos los elogios y son la única
cara visible de todo el proceso de reciclaje de medicamentos.
Veinte años de SIGRE y la gente sigue ignorando quién lo
hace posible. Menos mal que algo se ha avanzado y de los 29 gramos por
habitante y año recogido durante los primeros años, hemos pasado a los 100
gramos por habitante y año. Aun así, queda mucho camino por recorrer y mucho
despilfarro que frenar, como esos pacientes que de vez en cuando llegan a la
farmacia con una bolsa llena de medicamentos que no han utilizado pero que sí
han ido a recoger en la farmacia porque se los había recetado el médico, y los
tiran al contendor de SIGRE sin el menor cargo de conciencia porque “como eran
gratis…”.
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