(AZprensa) Envidiosos de su palmarés, han sido muchos los
que se han alegrado de la derrota del equipo de Pep Guardiola, el Manchester
City, en la final de Champions e incluso algunos se han burlado de él, sin
reparar en que perder una final significa ser el segundo mejor de todo el
continente, es decir, mejor que todos los equipos que no han conseguido llegar
a dicha final.
La ausencia de imparcialidad que impera en todos los
medios de comunicación, cegados en las críticas a este entrenador, ha hecho que pase desapercibido un hecho:
cuando recogían las medallas de subcampeón, casi todos los jugadores se la
quitaban de inmediato con malos modales, algo que por cierto se ha hecho
habitual en todo tipo de finales. Pero a diferencia de todos esos, Guardiola
besó la medalla y se la dejó puesta, dando así un ejemplo de saber perder y de
deportividad.
Este gesto no pasó desapercibido para el Papa Francisco,
gran aficionado al fútbol, el cual dijo al respecto lo siguiente: “Me gustaría
destacar la actitud ante la derrota. Me han contado que uno de estos días -no
sé dónde- hubo un ganador y uno que quedó segundo, que no lo logró. Y el que
quedó segundo besó la medalla. Normalmente, cuando uno queda segundo, está de
morros, triste, y no digo que tire la medalla, pero tiene ganas de hacerlo. Y
este besó la medalla. Esto nos enseña que incluso en la derrota puede haber una
victoria. Tomar con madurez las derrotas, porque esto te hace crecer, te hace
entender que en la vida no todo es dulce, no siempre todo es ganar. A veces se
experimenta la derrota. Y cuando un deportista, una deportista, sabe superar la
derrota así, con dignidad, con humanidad, con un gran corazón, esto es un
verdadero galardón, una verdadera victoria humana".
Guardiola, quedando segundo, ha conseguido quedar
campeón, por encima de tanta mediocridad y envidia.
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