jueves, 7 de octubre de 2021

Lo que pocos saben de AstraZeneca

(AZprensa) Hoy día todos conocen AstraZeneca por su vacuna contra el COVID-19, aunque la mayoría poco más sabe de esta empresa, comenzando por sus propios empleados que ni siquiera saben que según la Real Academia de la Lengua Española es una palabra esdrújula y por lo tanto debe llevar acento gráfico así: AstraZéneca. Por lo tanto, a partir de este momento escribiremos su nombre correctamente: AstraZéneca. Y esto es algo que se consultó a sus asesores legales en la sede central de Londres y confirmaron que en los países de habla hispana sí que podíamos ponerle acento gráfico siempre que formase parte de un texto (el logotipo es otra cosa y eso no se puede cambiar). Como aquí estamos escribiendo un texto, seguiremos, pues, con el acento gráfico.
 
Tampoco saben muchos que hasta 10 galardonados con el Premio Nobel trabajaron y/o colaboraron con este laboratorio farmacéutico, y que una de las empresas fundadoras fue precisamente Industrias Nobel, la empresa creada por el propio Alfred Nobel.
 
Muy pocos conocen sus orígenes e incluso lo que podríamos considerar su “prehistoria” que se remonta nada más y nada menos que al año 1.790 con un pionero de la química que impulsó el negocio de los colorantes.
 
De sus aportaciones a la química pocos conocen que el color índigo, el azul de los pantalones vaqueros, fue descubierto por las compañías que luego darían lugar al nacimiento de AstraZéneca; al igual que el plástico biodegradable biopol que hoy día se utiliza en muhcas botellas de refrescos y envases de alimentación; o en la fibra sintética Terylene con la que se confeccionan multitud de anoraks y prendas de vestir; o multitud de productos que se utilizan para curtir el cuero; o agroquímicos para conseguir cosechas sanas y abundantes; o alternativas al cloro para que podamos bañarnos con seguridad en las piscinas; o derivados plásticos para la confección de pelotas de tenis, piezas para el automóvil, etc.; o barnices para la protección y conservación de la madera… Total, que en tu casa, en tu vida diaria hay cientos de productos que tiene su origen en las mismas compañías que dieron su origen a AstraZéneca: en tu casa, en tus muebles, en tu ropa, en tu alimentación, en tu coche…
 
Pero si hablamos ya de sus productos farmacéuticos, pocos sabrán que algunos de ellos han sido en algún momento los más vendidos del mundo; que algunos de ellos han salvado más vidas que la mismísima penicilina; que uno de ellos fue elegido como el fármaco del milenio (tenían que elegir un solo medicamento que hubiese sido realmente innovador y lo eligieron a él); que hasta en pleno invierno, en el Polo Sur, tuvieron que enviar uno de sus medicamentos para salvar la vida a una investigadora…
 
Son historias curiosas que muy pocos conocen y que –como decimos- ni siquiera la mayoría de sus empleados ha oído hablar de ellas. Por eso, el libro “El legado farmacéutico de Alfred Nobel” nos invita a este sorprendente recorrido por la historia de AstraZéneca que es parte importante de la propia historia de la industria farmacéutica. Y que no piense nadie que es uno de esos libros que los laboratorios escriben para ensalzar sus virtudes y darse autobombo; por el contrario este libro está escrito por alguien que trabajó como responsable de Comunicación en este grupo durante 24 años y que, ya jubilado, ha recopilado la información y las historias más amenas e interesantes que a lo largo de tan dilatada trayectoria se fueron haciendo públicas y que, por primera vez, ahora quedan reunidas en este libro.
 

Fuente: “El legado farmacéutico de Alfred Nobel”, Vicente Fisac.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa: https://amzn.to/3lkv5h8

No hay comentarios: